'Mentiras': Del teatro a la televisión
Por Jesús Delgado Sánchez
El aclamado musical Mentiras, de José Manuel López Velarde, que ha estado dieciséis años en temporada, y que tiene el récord de ser el musical más longevo en la cartelera teatral de la Ciudad de México, se presenta ahora adaptado al formato seriado de televisión gracias a Amazon Prime. Desde su estreno, hace una semana, el proyecto se ha mantenido como uno de los programas más vistos en dicha plataforma a nivel nacional.
La serie, ambientada en la década de los ochentas, cuenta la historia de cuatro mujeres que se enteran que ha muerto Emmanuel Mijares, personaje a cargo de Luis Gerardo Méndez, un hombre que todas han amado en simultáneo, sin saberlo. Cuando se revela que Emmanuel fue asesinado y que una de estas féminas fue quien lo mató, se despliega una trama llena de confesiones, secretos, traiciones y recuerdos que, junto con un importante número de canciones, consideradas icónicas dentro de las muchas baladas pop de esa época, hacen disfrutar al público, conviritiéndose ésta en una producción llena de color, emoción, coreografías, risas y -sobre todo- muchas Mentiras.
Daniela, Dulce, Lupita y Yuri, personajes interpretados por Belinda, Diana Bovio, Mariana Treviño y Regina Blandón, respectivamente, son cuatro mujeres con el corazón roto y desesperadas por armar el rompecabezas que el hombre que amaron ha dejado tras de sí. Esta travesía llena de dolorosos recuerdos hace que la serie se cuente principalmente en dos tiempos, el día de la muerte de Emmanuel, en un improvisado funeral que las reúne; y, por otra parte, a través de numerosos flashbacks, con cada uno de los momentos más importantes de sus historias con él, y que estas mujeres se cuentan, unas a otras, para “aclarar” las causas que las llevaron a involucrarse con el difunto; pero también, de alguna manera, para “defenderse” ante la posibilidad de ser consideradas como la asesina misteriosa.
La premisa dramática está entonces servida para una historia bien entramada, y en la que cada canción, escena o monólogo se disfrutan y aportan a un divertido y enternecedor espectáculo que, tanto en el teatro como en la televisión, han resultado un logro artístico incuestionable.
Si bien la adaptación del texto es una pieza fundamental del éxito del proyecto; la dirección tal vez sea el apartado mejor logrado de la serie. Cada decisión de Gabriel Ripstein resulta coherente con el tono y el estilo del material, logra teatralidad, pero aprovechando el formato audiovisual, aporta creativamente una interpretación efectiva dentro de una unidad conceptual.
No resultaba fácil la tarea, el musical original tiene un considerable -y exigente- número de entusiastas seguidores, el género de comedia musical dramática con algo de melodrama, edulcorado con cierta farsa y nostalgia ochentera, su tono algo estridente y su estilo kitsch, es muy fácil de ver, pero sumamente complicado de lograr, y éste definitivamente es el caso.
La serie tiene calidad audiovisual con una acertada justificación de cada decisión, es congruente y de alta factura. La forma y el fondo se acoplan perfectamente en un logro que seguramente ampliará el reconocimiento y el fandom de esta historia, ahora a nivel internacional.
De igual manera, es de celebrar el logro de la serie Mentiras en los apartados de cinematografía, diseño de arte y producción, edición y sonido, todos estos rubros se acoplan perfectamente logrando que el universo de López Velarde se represente estupendamente en el formato televisivo.
El vestuario, el maquillaje y el peinado, son rubros también rigurosamente diseñados y elaborados, que consiguen impecablemente identificar y diferenciar a cada personaje. Las telas, con sus texturas combinadas, los cortes de los vestidos, de los sacos, de los trajes, frecuentemente en colores vivos, hacen de los vestuarios verdaderas piezas de arte. Mientras que las propuestas de maquillaje y peinado aportan también a la vistosidad del proyecto, se ajustan a la psicología de cada personaje y nos transportan de inmediato a los ochentas.
En cuanto a las actuaciones, se nota un compromiso notable de parte de todo el elenco con cumplir y estar a la altura del reto asumido. Resulta una tarea difícil y exigente para los histriones ser parte de un proyecto como este, y aportar humanidad a cada texto, acción o canción interpretada, respetando el estilo no realista. En este sentido, se perciben ciertas desigualdades en el resultado obtenido por los actores, mismas que fueron cuidadas desde la dirección para que no saltaran a la vista de forma tan evidente, lo cual permite disfrutar el contenido sin sobresaltos.
Si bien todos construyen sus personajes comprometidamente y en un nivel muy alto, cabe destacar la insólita infalibilidad de Mariana Treviño, ella logra conectar, transitar e intuir cada una de sus intervenciones de forma impecable. Belinda y Diana Bovio, en la mayor parte de sus intervenciones logran excelentes momentos, mostrando conexión con sus textos y destreza vocal en las canciones que tienen a cargo interpretar. Regina Blandón y Luis Gerardo Méndez, por su parte, cumplen con solvencia.
La serie, para concluir, logra el propósito de hacer honor al musical teatral, resultando un proyecto completamente recomendable para el espectador, hecha la salvedad -claro está-, que será disfrutable sobre todo para quien quiera ver una ficción no realista, musical, que combina el melodrama con la farsa, y que está llena de divertidas Mentiras.