La postración del Estado ante el Crimen

Marcelo Fabián Monges/ Escritor y periodista.

Espada de Dos Manos

 

Superando cualquier ficción, el día de hoy, el presidente López Obrador aceptó en la conferencia de prensa mañanera que ayer se detuvo en Culiacán a Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán y se le liberó.

Este hecho, absolutamente inédito dejó atónita a la sociedad mexicana toda, que observa perpleja cómo López Obrador de esta forma, postra al Estado mexicano ante el narco y el crimen organizado.

López Obrador en persona, dijo clara y directamente que hubo una decisión de liberar al hijo del Chapo Guzmán, que él mismo avaló. El hijo del Chapo Guzmán tiene un pedido de extradición de Estados Unidos, que él mismo avaló.

Los argumentos para justificar esta semejante decisión, son en absoluto ridículos y falaces. El secretario de Seguridad Ciudadana dijo que se hizo “para proteger vidas”, el presidente López Obrador dijo que “avaló la liberación del hijo del Chapo porque no se trata de masacres.”

El secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, reconoció que los miembros de su fuerza, que participaron en el operativo en Culiacán, actuaron de manera improvisada y sin medir las consecuencias. Y como mando militar reconocen que hicieron todo mal, que no saben, que son improvisados, que subestiman a los narcos, que no hicieron inteligencia antes de ir por uno de los miembros más importantes del Cártel de Sinaloa y no hay consecuencia ¿ No renuncia nadie?

¿Como de costumbre nadie es responsable?

Ayer dijeron que iban en un patrullaje y fueron sorprendidos por un grupo. Hoy dijeron en la conferencia mañanera de López Obrador que iban con una orden de detención por el hijo del Chapo Guzmán. La verdad es otra víctima más, en tiempos de la 4a Transformación.

El argumento de que no se quieren masacres es una falacia más de López Obrador. Porque las masacres continúan sucediendo, nada más que cometidas por el crimen organizado, como la que sucedió el día 14 de octubre en la localidad de la Aguililla en Michoacán, donde asesinaron a 13 policías estatales, que no recibieron ni el pésame para ellos y sus familiares de parte del presidente López Obrador.

Las perspectivas del ciudadano común frente a las imágenes de ayer, de lo sucedido en Culiacán, donde se puede ver en videos difundidos en las redes sociales y en noticieros nacionales de televisión, a niños escondiéndose de las balas, y un caos y descontrol total, son de absoluta desolación, de estar solos ante el crimen organizado, mientras que de presidente tenemos a un señor, de edad avanzada, que actúa ocupando el lugar central en la tribuna más importante del país en cuanto a comunicación, para llamar la atención para su gusto personal, sin saber ni para dónde ir en materia de seguridad.

Las manifestaciones de tristeza y de estupor cubren todas las redes sociales y las expresiones en general, incluyendo columnistas y reporteros que mantienen una independencia de criterio y ejercen su oficio con valentía. Esto excluye desde luego a los que han sido cooptados por la 4a Trasformación y reciben pauta oficial o “algún beneficio”, que llaman a estar al lado del presidente “en esta situación” o a la cohesión con el presidente.

La pregunta para ellos es, ¿Y que podría hacer un ciudadano digno al lado del presidente en estas circunstancias? ¿Temblar con él? ¿Llorar con él? ¿Lamentar no tener una estrategia que sirva ante el crimen?

Como nunca, en la historia contemporánea de México, aplican hoy estas palabras de ese enorme estadista que fue Winston Churchill: “El que se arrodilla para conseguir la paz, se queda con la humillación y con la guerra”. La cita más clara y elocuente no puede ser. Y muestra la enorme diferencia entre un estadista, un visionario como Churchill, y un personaje como López Obrador que no saben qué hacer en muchos casos y en materia de seguridad menos, y quiere arreglar y construir una realidad alternativa con discursos.

La comparación de López Obrador con Churchill, para mostrar la enorme figura que terminó salvando a Inglaterra de la invasión nazi, con el diminuto López Obrador, la hago pese al Senador Monreal, quién tuvo el atrevimiento de comparar a López Obrador con Churchill.

Mientras en Inglaterra muchos querían firmar un tratado de paz con Hitler, Churchill luchó sin cansarse para avisarles y dejarles claro a todos el verdadero peligro que representaba el nazismo para Europa, para Inglaterra y para la Humanidad. Consiguió enemigos por eso, se burlaron de él. Pero el tiempo, los hechos y la historia le dieron la razón, y cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial tuvieron que llamarlo para que defendiera Inglaterra.

López Obrador hoy ejerce el papel contrario en México al que desempeñó entonces Churchill en la Inglaterra, que tuvo que enfrentar a Hitler. López Obrador, en medio de la guerra que el crimen organizado libra contra la sociedad mexicana, contra sus fuerzas armadas y de seguridad, quiere terminar con la guerra con conjuros como el “Fuchi Guácala”, o con denunciarlos con sus madrecitas. Esto planteado como estrategia, supera cualquier surrealismo o culto al ridículo. Cualquiera que se precie de pensar sabe que no está funcionando y no funcionará. Pero López Obrador sigue sonriendo con esa receta, diciendo que no habrá masacres. Mientras las masacres siguen sucediendo, nada más que los que las cometen con toda impunidad son los integrantes del crimen organizado.

Mientras toda la acción de Churchill salvó a Inglaterra de caer en manos del nazismo, lo que hace hoy López Obrador postra al Estado mexicano de rodillas ante el narco y el crimen organizado. Mientras la acción de Churchill lo inscribió en la historia como el “Salvador de Inglaterra”, López Obrador pasará a la historia como el peor presidente que tuvo México, el que entregó el Estado al crimen organizado.

Una probabilidad muy alta, es que con el tema de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, a López Obrador le suceda lo mismo que le pasó con el tema de las caravanas migrantes. Que sea el mismo Donald Trump o algún emisario de Estados Unidos el que lo llame a rendir cuentas, y entonces se le tendrá que acabar la misericordia con capos narcos como el hijo del Chapo y no tendrá más remedio que salir a perseguirlo y a cumplir la Ley.