Lo leí en Círculo de Poesía

Lo leí en Círculo de Poesía

Bailando en Odesa de Ilya Kaminsky

Por David M. Metzger

Muchos han hablado con admiración al considerar la juventud de Kaminsky. En la mitad de sus veinte produjo una obra que ofrece toda una vida de pensamientos y observaciones. Pero no es la juventud de Kaminsky de lo que debemos estar maravillados, sino de su capacidad de expandir momentos. En Bailando en Odesa (Círculo de Poesía, Valparaíso México), el lector no está atado a una representación simplona de una ciudad y su gente. En cambio, el lector es edificado con largos momentos que detallan la dura historia de una ciudad, su renovación artística, unida con la tradición y la cultura.

Al comienzo del libro, Kaminsky escribe la Oración del autor. Es similar a la invocación a las musas, una convención nacida del mito y la doctrina espiritual. Ilya Kaminksy informa al lector que estos poemas y sus historias son más grandes que él, y que quiere hacer, a los autores seminales, un poco de justicia. De la musa de Kaminsky, aprendemos que su poesía no busca hacer alarde de su propio arte, sino que reinará y sustraerá la preciada historia oral de la ciudad.

Los poemas de Kaminsky permiten a los lectores caminar con sus propias piernas, a través de la ciudad del viejo mundo de Odesa. Sus poemas se ocupan de acción y movimiento, y no protegen al lector de la belleza o del mal. Odesa es una ciudad con una historia de violencia, y el poema Maestro captura la disrupción y la desesperación por el bombardeo de la escuela. Elogio de la risa, revela la violación literal de una abuela, y la violación figurativa de un pueblo. La tía Rose describe a la heroica tía de Kaminsky, y su grácil negociación de amor en estos momentos de dolor y horror.

Los poemas de Kaminsky llegan al lector a través de las familias rusas pobres que no tienen otra esperanza que estar juntas. Él no disimula el dolor privado, y escribe que su abuela «entendía de soledad, / escondía a los muertos en la tierra como si fueran partisanos. En Bailando en Odesa, cuando Kaminsky deja la ciudad y se casa, se lleva los santos y los mártires de la ciudad con él.

Kaminsky quedó sordo a los cuatro años. Sin embargo, sus poemas trascienden el oído humano para mostrarnos la música en su forma elemental. Su «discapacidad» le permite cubrir la página de silencio mejor que cualquier poeta que yo recuerde haber escuchado leer, y ciertos poemas van de una cálida sinfonía de palabras a un tono plano vacío. Esto está siempre presente en la serie Musica Humana, donde escribe:

Me escapo y me atrapan, escapo de nuevo

y de nuevo me atrapan, escapo

y me atrapan: en esta canción

el cantante es un muñeco de barro,

la poesía es el yo —y hay que resistir

el yo…

También se presentan más adelante en esa sección los versos: «en la piel de una mujer: son líneas / cosidas enteramente de silencio». Los recursos poéticos de Kaminsky son para morirse. Escribe en Música Humana:

Una o dos veces en su vida, un hombre

es pelado como una manzana.

Lo que queda es una voz

que divide su ser

por la mitad.

Aquí el poeta comienza una narración con un símil-metáfora combinado con un toque surrealista. Continúa este poema para demostrar que ha sido deformado y formado por los duros senderos de su ciudad, y que ha sido también determinado por las voces de los poetas locales. Odesa es un lugar al que al mismo tiempo amamos y tememos. ¡Viajar a Odesa requiere un buen estómago!

Cuando Kaminsky deja Odesa, regresa la espiritualidad en forma de arte a los pobres en su ciudad. Sus poemas me recuerdan a las Oraciones por Europa, de Charles Spurgeon, durante el siglo XIX, donde la pobreza y la enfermedad abundaron. Las palabras de Kaminsky no buscan la salvación de Dios, tanto como tampoco buscan la salvación de nadie, ni siquiera del lector. Esto es claro cuando escribe: «Oh, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob / sobre tu balanza del Bien y del Mal / pon un plato de comida caliente»

Por último, los poemas de Kaminsky son historias realistas. El lector es llevado a Odesa para mejor o peor. En la sección Natalia, aplica la misma adulación a la gente imperfecta como a las ciudades imperfectas. Al describir a su amante, él la compara con la escritura de un lugar sagrado: «La parte de atrás de su rodilla: un territorio bendito. Ahí guardo mis deseos» y, después, «”No necesito una sinagoga”, dijiste, “Puedo orar dentro de mi cuerpo”».

La obra de Kaminsky refleja años de vivencias en unos cuantos versos, y extiende momentos intergeneracionales. Bailando en Odesa es una obra de interés humano, y los detalles de la ciudad no están despojados de las manos humanas que la construyeron. No necesito viajar a Odesa, pero si lo hiciera, no conseguiría más información tocando las piedras de las paredes de la ciudad de la que puedo dando lectura al libro de Ilya Kaminsky.

Sus poemas están estrechamente conectados y organizados, con cada poema nos da información esencial para conseguir el efecto, la conmoción completa del siguiente poema. Estos precisan ser leídos como conjunto, porque tomarlos uno por uno significaría perder algo de la intensa profundidad de la obra, y diluir los momentos prolongados por Kaminsky con los que moldea el carácter de la ciudad.

Este libro lo puedes conseguir: https://circulodepoesia.com/tienda/index.php/producto/bailando-en-odesa/