Lo leí en Circulo de Poesía

Partitura para hablar con voces ancestrales  

Sobre Memorial de Ayotzinapa de Mario Bojórquez 

Por Roberto Amézquita 

 

Memorial de Ayotzinapa (Visor Libros México 2018) es un libro desgarrador. Nos confronta desde el mito, la poesía y la historia. Vuelve al caso de los 43 normalistas y nos ofrece nuevas interpretaciones de la dolorosa realidad desde un lugar impensado: el poema. 

Los mitos son los sueños colectivos de los pueblos convertidos en palabra. Mito es escuchar el interior, nos dice Jean Gebser, viene de las palabras griegas: mytheomai «hablar-decir» y de myein «cerrarse» (de labios y ojos hacia adentro). De ahí que sea, escuchar el alma. 

En Memorial de Ayotzinapa escuchamos una voz dentro de nosotros —hablamos una voz dentro de nosotros—, la del nahual prehispánico que Mario Bojórquez propone como inmediato interlocutor, como desdoblamiento de la voz lírica, como un doble de nosotros mismos. Es la voz que nos desvela la verdad, una voz profética, vehículo de otra consciencia, otra cabeza, otro cuerpo, que también oye y se hace escuchar en el libro. La voz del nahual llena los vacíos de la historia oficial y nos dice qué sucedió realmente esa noche. Una voz por la que somos hablados: 

Luego mi nahual agarró mi cuerpo 

y yo me tomé de las patas 

y con viada hacia atrás al tirarlo 

mi cuerpo cayó perfecto en el centro de la jamba 

acomodado y sin tocar la basura 

 

(…) 

 

Después 

ya no me acuerdo bien 

si yo iba en el piso de la camioneta 

empapado en mi propio rojo o en el de algún suriano 

El que estaba a mi lado, el paisa, el comité 

ya no respiraba ni latía 

Pensé —es mi nahual— 

y sí era pero también era el que me estaba pateando las costillas 

lo miré sin ojos 

ni cara 

Se asustó al verme 

Yo también era el desollado 

pero me dio más fuerte 

 

Se trata del despertar de la conciencia mítica. Para ello, Mario Bojórquez se vale de una vieja leyenda. Quetzalcóatl se adentra en el Mictlán (la región de los muertos) en busca de los huesos preciosos para dar vida a los seres humanos (macehuales: los merecidos por la penitencia). Tal es el mito fundacional del mundo prehispánico. 

En el doloroso Memorial de Ayotzinapa, la voz del Nahual, la voz de un joven normalista, cobra vida. Con él descendemos al inframundo para saber, para clamar justicia. Sangre sobre los huesos preciosos. Poesía que indigna y sana y muestra y nos ofrece nuevas visiones sobre la realidad. Esa es la tarea del poeta: ser la voz que alumbra las zonas inexplicadas y oscuras de la existencia.