Los actores

Se acerca el inicio de las precampañas presidenciales y las alianzas electorales de 2016 y 2017, PRI-PVEM-PANAL, PAN-PRD-MC y MORENA-PT, definieron quien será su precandidato. A pesar de que era evidente que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sería candidato de MORENA-PT y, una vez “destapado”, José Antonio Meade participaría por el PRI-PVEM-PANAL, la última semana demostró que la negociación (más allá de la imposición) aún es la clave en la política. El Frente Ciudadano por México (PAN-PRD-MC) logró acuerdos para competir unidos por la Presidencia de México, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, así como otras gubernaturas y puestos de elección popular.

Salvo lo ocurrido en MORENA, donde se impuso la voluntad de AMLO, las alianzas electorales han demostrado ser efectivas en México. Basta revisar los resultados de las elecciones de 2016 y 2017.

En 2016, PRI-PVEM o PAN-PRD triunfaron en los procesos que compitieron: 8 gubernaturas para PAN-PRD y 7 para PRI-PVEM. La excepción fueron las elecciones en la Ciudad de México en las cuales MORENA triunfó en la mayoría de las delegaciones (éste estaba imposibilitado por ley a ir en alianza dado que un partido nuevo no puede aliarse en su primer proceso).

2017 fue muy similar. La mayor batalla electoral fue el Estado de México. La alianza PRI-PVEM-PANAL triunfó pero MORENA-PT obtuvo más votos. ¿Cómo ocurrió lo anterior? Simple, se fragmentó el voto entre candidatos independientes y partidos pequeños de tal manera, que el PRI-PVEM-PANAL ganó, sin tener la mayoría de la votación.

Para 2018, las maquinarias partidistas jugarán un rol preponderante. Asimismo, los candidatos deberán participar de manera activa para incrementar el número de votos que sus partidos reciban. Se sabe que AMLO tiene una gran convocatoria para que voten por MORENA. Habrá que ver si Meade y Anaya logran convocar de tal manera que los votos que reciban sus alianzas electorales sean mayores a los votos que sus partidos ya tienen asegurados hoy.