Conoce la historia del buzo de aguas negras, quien combate las inundaciones en CDMX

EFE
Por Diego Cubillas
Ciudad de México.- Después que las intensas lluvias registradas durante los meses de verano en la Ciudad de México provocaron inundaciones que colapsaron varios sistemas de drenaje, por la cantidad de precipitaciones y basura que se filtra al sistema de alcantarillado, Julio César Cu, el único buzo de aguas negras del mundo combate estas problemáticas.
Cu, quien lleva 42 años haciendo este trabajo en el que sólo pensaba estar “tres meses”, explicó a EFE que su labor, basada sólo en el tacto y la comunicación con la superficie, consiste en el mantenimiento de rejillas, la limpieza e instalación de las compuertas y bombas que se obstruyen con las llantas, troncos o electrodomésticos que se tiran.
“Cuando entro, a los 10 centímetros, pierdo totalmente la visibilidad y trabajo totalmente a ciegas. Como ya conocemos cómo es el funcionamiento de las plantas, de las bombas y los lugares donde están las descargas y las llegadas, todo lo voy haciendo a tientas”, señaló el buzo.
Indicó que el motivo principal de su trabajo se debe a los problemas causados en la infraestructura por la basura.
“Mi mensaje es recurrente (…) no tires la basura al drenaje. Porque a final de cuentas yo sigo trabajando, haciendo lo más posible, pero nos gana la cantidad de basura que se tira a la calle”, sostuvo.
Asegura que esta situación no sólo complica su trabajo, sino que también perjudica a la comunidad.
“Esa basura que se tira, a la larga, va a afectar en una inundación”, reiteró Cu.
DETALLA SU MODUS OPERANDI
Con una disponibilidad de 24 horas los 365 días del año, Cu y su equipo, conformado por Agustín y Jesús, los encargados del control de la consola y de mantener el material, trabajan desde su oficina a la espera de una llamada para atender una emergencia o un trabajo programado en una planta específica.
Una vez que se conoce el quehacer que deben realizar, ya en la planta, Cu comienza a equiparse con un traje hermético de solo una pieza que le cubre todo el cuerpo excepto las manos, para las que utiliza unos guantes con los que obtiene una mayor sensibilidad.
Mientras que en la cabeza se pone una pesada escafandra equipada con audífonos y un micrófono que le conectan a una especie de “cordón umbilical” por el que recibe el oxígeno y las conexiones para poder comunicarse con su equipo en la tierra.
Con la vestimenta puesta, comienza el descenso desde una grúa o una escalera hacia el agua contaminada en la que la basura y la suciedad no permiten ningún tipo de visibilidad.
PELIGROS POR LOS DESECHOS
Pese a su “pasión por el trabajo” y la satisfacción personal de saber que su labor beneficia directamente a la ciudad, Cu señala que hay un peligro cada vez que se sumerge en un agua contaminada por desechos domiciliarios, industriales y hospitalarios.
“Corremos el riesgo de que abajo por la cantidad de clavos, vidrios y maderas que hay puedan rasgar nuestro traje o nos pueden golpear”, contó.
Por ello, asegura que cuando trabaja en una zona de cerros o donde está lloviendo, debe tener mucho cuidado “para que no nos llegue el golpe de agua y nos pueda hacer daño. Corremos el riesgo también de que se nos pueda romper el 'cordón umbilical' o quedar atorado”.
A sus 64 años y sin un relevo que tome el testigo del vital trabajo, le gustaría que hubiera más personas dedicadas a este trabajo, aunque reconoce que es desagradable y requiere pasión.
“Me gusta mi trabajo. Me apasiona. Me emociono cada que salgo a trabajar, me da satisfacción salir de una inmersión y haberlo realizado (…). Entonces, yo creo que más que todo es amor al trabajo”, finalizó.
IMCM

