Pese a adversidad afectados por sismo siguen de pie

Por: Diego Ríos

@diegorioz

A  dos días de que se cumpla un mes del sismo de 7.1 grados que azotó a la capital mexicana, los damnificados que aún viven en albergues han retomado sus vidas y otros han tomado diferentes roles con la intención de regresar a la vida como alguna vez la conocieron.

La población damnificada está más activa que nunca y como muestra están las constantes manifestaciones que en días recientes se han dado lugar en diferentes puntos de la Ciudad de México.


“Justicia y reparación de daños, rendición de cuentas de recursos materiales y humanos, sanción a funcionarios y a inmobiliarias por acto u omisión al incumplimiento de la Ley de Desarrollo Urbano, suspensión de nuevos proyectos inmobiliarios y apoyos económicos”, entre otras, son las demandas que a las afueras de los edificios delegacionales exigen ahora los afectados. 

A casi un mes del sismo aún quedan personas que pasan la noche en los pocos albergues que quedan en funciones, una muestra de algunas historias, es el caso de don Enrique Alcantar, quien ha salido a las calles a montar su negocio con la ayuda de aportaciones que sus vecinos le han acercado.

Otro caso es el de Néstor Rodríguez, que con valor cuida de la integridad de sus vecinos damnificados velando por las noches en el albergue al que llegó después de perder su vivienda.

A don Enrique, la adversidad lo hizo influencer

Una tarde, teniendo de fondo el ruido de las retroexcavadoras que removían los escombros del edificio donde vivió los últimos nueve años, para don Enrique Alcantar García de 64 años de edad, todo estaba perdido; hasta que recibió en donación un burro de planchar, y las ganas de seguir trabajando le regresaron la vida al cuerpo y una sonrisa volvió su rostro. 

Para el señor Enrique Alcantar García, la mañana del 19 de septiembre era como cualquier otro día. Trabajaba en una tintorería que estaba en planta baja del edificio donde vivía, ubicado en la calle Concepción Béistegui 1503, tras el sismo, el inmueble se derrumbó sobre los cinco locales comerciales.


“El sismo lo viví dentro del negocio junto con una compañera, fue muy intenso, yo salí al último y los escombros me cayeron sobre la espalda. Fue una gran impresión, un gran susto”, recordó estremecido.
La voluntad y cooperación de los vecinos de la colonia Narvarte, zona en donde estaba ubicado el local, ayudaron e instalaron un albergue para los damnificados del mismo edificio, este fue levantado en la esquina que forman las calles Uxmal y Concepción Béistegui, en este lugar se instaló una cocina, un comedor, un dormitorio con catres, una carpa y varias tiendas de campaña.


“Me vine al campamento y las dos primeras semanas fueron muy duras, no podía creer lo que estaba viviendo. Mi fuente de ingresos y mi casa se habían derrumbado, estaba en la calle”.

Pero al asomarse entre las donaciones, el burro para planchar inició su nueva historia. “Todo mundo dice que soy famoso, pero no lo soy, sólo soy un humilde servidor y amigo para todos” contesta don Enrique a Diario de México, a quien espera una fila de reporteros, cámaras de televisión, agencias internacionales y varios medios impresos que han llegado hasta la entrada del albergue para retratar la historia de este hombre que tras la adversidad ha retomado sus esfuerzos por ser autosuficiente. 

La fama que don Enrique lo ha llevado a liderar a los damnificados del derrumbe en Concepción Béisteguí 1503. A través de las cámaras ha solicitado tanto la pronta demolición de los restos del inmueble afectado, como la atención por parte de las autoridades hacía los habitantes del albergue para poder accesar a los departamentos que aún permanecen en pie.


“Lo que pedimos es que nos dejen sacar algunas pertenencias de valor, los locatarios como el de la peluquería necesita sus sillones, los de la tienda la mercancía y yo de la tintorería”. exclamó.

Tras la petición de don Enrique llegaron al lugar grúas telescópicas y tres vecinos pudieron entrar por las ventanas para recuperar objetos y documentos de valor. Las tareas de la delegación Benito Juárez se vieron aceleradas y la demolición había empezado antes de lo que se tenía previsto por los vecinos.


“No por haber perdido la casa y el negocio me voy a dar por vencido, le estoy echando ganas. Mi futuro es incierto porque yo no tengo la capacidad para abrir mi propio negocio y ahorita la prioridad es tener un lugar donde vivir con mi hijo”.

A Néstor el sismo le demostró su vocación, velar por los sueños de damnificados


Ha pasado casi un mes desde aquella tarde en que Néstor Rodríguez llegó al albergue ubicado en calle Londres 91, en la Zona Rosa. Jamás imaginó que de ser damnificado también ocuparía el rol de vigilante y aunque extraña estar con su familia, dormir en su cama y comer los guisados de su mamá, está contento de poder hacer algo por algo por sus vecinos.


De aspecto cansado, ojeroso y aún somnoliento, dijo que debe cuidar las noches mientras todos duermen, que le ha tocado enfrentarse con borrachos que salen de los bares e intentan pasarse de listos. “Debo cuidar que todo esté bien porque luego pasan enfiestados los de allá afuera y empiezan a gritar de cosas o se quieren meter. La otra vez se pelearon en la entrada unos borrachos y no faltan los que llegan haciéndose pasar por voluntarios y sólo vienen a ver que se roban” relató Néstor.


El joven de 24 años de edad, fue acogido aquella noche por los voluntarios de dicho albergue, le dieron una muda de ropa limpia, le invitaron a bañarse y cenó con los demás damnificados que habían llegado esa tarde “me sorprendió la calidad de los alimentos que nos daban, esa noche cené como nunca y dormí como rey”.


Desde la primera semana en que ocurrió el terremoto, en el albergue de la calle Londres duermen al menos 14 personas, todas con sus diferentes historias de vida y mientras ellos descansan, Néstor cuida de que no entren extraños y de la misma manera es quien recibe a la gente que aún llega solicitando la ayuda.


De tener su propia cama, ahora duerme en un catre, bajo el techo de una lona a la que le pasa la lluvia y el sol. Pero desde entonces, así como hay quienes se levantan desde las 8 de la mañana para irse a trabajar, o quienes aún siguen buscando a algún familiar, Néstor también empezó a vivir en un albergue para damnificados del sismo.


Quienes han ido conociendo a Néstor lo consideran un muchacho responsable, y más que un vigilante, se ha ganado la confianza de chicos y grandes. “Él nos cuida por las noches mientras dormimos. Es valiente, yo no sé si podría dormir en paz aquí de no ser por él” comentaron.


 “Ojala que las autoridades ayuden a la gente que realmente lo necesita, que dejen de estarse gastando todo en campañas políticas o cosas así, y que lo den a las familias, pues no nada más aquí estamos así, en una ocasión fuimos a Xochimilco y allá de plano no llegan las despensas que manda la gente, pude ver como la delegación estaba guardando todo y no querían darlo”, dijo Néstor.