Día de Muertos: celebración a la memoria, el ritual del recuerdo sobre el olvido

Foto: Cuartoscuro

Redacción

Ciudad de México.- Una celebración con orígenes en la época prehispánica, cuyo culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura de aquel momento y es que cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán, sitio que hace referencia al inframundo de la cultura mexica. Es una cosmovisión de creencias nahuas referidas al espacio y al tiempo, estructurando un universo en parcelas o regiones determinadas por unas fuerzas vivas. Su creación se debe a los llamados "dioses creadores”: Xipe Tótec, Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli.

El pueblo teotihuacano acostumbraba a realizar ofrenda en honor a los fallecidos casi todo el tiempo, practicando cansados pero intensos rituales con el propósito de que el difunto llegase con bien a uno de los cuatro paraísos según su forma de muerte, conteniendo comida, copal, vasijas, cuchillos, piedras de jade y semillas; además utilizaban a los perros xoloescuintles para que les ayudasen a ser la luz en el paso por el inframundo y no se perdieran sin antes llegar al paraíso, sacrificándolos y enterrándolos junto con la persona fallecida

Para los antiguos mesoamericanos, la muerte no tenía las connotaciones morales de la religión cristiana, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los fallecidos estaban determinados por el tipo de deceso que habían tenido y no por su comportamiento en la vida.

Las principales civilizaciones representativas del área mesoamericana, aztecas y mayas, desarrollaron una rica ritualística alrededor del culto de los antepasados y de la muerte en sí misma, lo que constituyó el precedente del actual Día de Muertos, en el que pervive aun parcialmente la cosmovisión de aquellos pueblos.

MÉXICO A LA CABEZA DEL FESTEJO

Actualmente, esta festividad se celebra principalmente en México y en países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Guatemala y Perú, mientras que en menor grado en países de América Central y en la región andina en América del Sur.

El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.

De igual forma les colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.

En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular, dado que comprende diversos significados, desde filosóficos hasta materiales. Fue en 2008 que la UNESCO nombró esta conmemoración Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

CONNOTACIONES CATÓLICAS

La conmemoración que conocemos hoy en día se ubica en la armonía entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos; los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, principal cultivo alimentario de nuestra nación.

Así, la celebración del Día de Muertos se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre, dado que se divide en dos categorías: De acuerdo con el calendario católico, el 1 corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el 2 a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos.

Muchos hogares esparcen pétalos de flores de cempasúchil y colocan velas bajó la tradición que ello facilita el retorno de las almas a la tierra, además de ayudarlos a iluminar el camino que van a recorrer para que no se pierdan y lleguen a su destino. En la antigüedad este camino llegaba desde la casa de las familias hasta el panteón donde descansaban sus seres queridos.

SIN VISOS DE SER TOTALMENTE PREHISPÁNICO

Como decía la antropóloga Elsa Malvido, es falsa la explicación prehispánica y única del Día de muertos y es que a través del análisis de prácticas asociadas con la muerte, entre los siglos XVIII y XIX, la también historiadora consideró que el nacionalismo posrevolucionario y las afirmaciones de Octavio Paz en El laberinto de la soledad erróneamente han impuesto la idea de que el Día de Muertos mexicano ha sido la resultante del sincretismo cimentado en las prácticas mortuorias mesoamericanas, pero entendidas como únicamente mexicas, con las católicas; esto con el fin de disminuir la influencia católica y unificar las prácticas culturales en México.

Malvido sostenía que lo asociado con el Día de muertos ha sido, más bien, la resultante de la historia de las prácticas mortuorias —administración de cementerios, entierros, cremación— desde el periodo virreinal hasta la primera mitad del siglo xx, como de la liturgia católica de Todos los Santos y de Fieles Difuntos, con sus respectivas variantes según las regiones de México y Centroamérica, las cuales reflejan influencias indígenas y modernas propias de cada región. 

Ejemplificaba que las prácticas culinarias —pan de muertos, calaveritas de dulce, el pib yucateco y otros platillos y dulces típicos de la fecha—, la puesta de un altar y demás decoración asociada serían simplemente versiones locales de prácticas católicas similares a las presentes en zonas rurales de Europa, principalmente en España e Italia.

ELEMENTOS DE LAS OFRENDAS

Fotografías de los difuntos. Es común colocar imágenes de las personas amadas que no están entre nosotros.

Incienso o copal. El humo que desprenden se cree es la guía olfativa para que los muertos puedan llegar con nosotros.

Veladoras. Estas representan el fuego y la luz. Igual que el incienso, funcionan como una guía para que las almas.

Bebidas favoritas de los difuntos y agua.

Flor de cempasúchil. Por su apariencia esponjosa también es conocida como “flor de veinte pétalos”. Se utiliza principalmente para decorar o crear caminos que guíen los espíritus de los fallecidos.

Calaveritas. En la antigüedad se utilizaban cráneos de verdad. Después fueron sustituidas con calaveras elaboradas de azúcar, chocolate o amaranto. Cada cráneo representa a un difunto.

Pan de muerto, es la representación del esqueleto de los perecidos.

IMCM