Lejos de la familia pero con una nueva: las fiestas de los refugiados LGBTI

Ciudad de México.- Las personas del colectivo LGBTI refugiadas en el centro de acogida mexicano Casa Frida pasan las fiestas decembrinas lejos de su familia, que se quedó en sus países de origen, pero acompañadas por una nueva formada por los demás usuarios y los trabajadores.

Así lo relata en una entrevista con EFE Cristian Andrade, subdirector del programa Integra LGBT+ de Casa Frida, una institución nacida en 2020 que acoge a personas perseguidas por su orientación sexual o identidad de género.

“Estas fechas son algo agridulces porque traen este ámbito de celebración y pues sí, (en Casa Frida) somos familia, pero también dejamos atrás muchas cosas”, explica.

“Muchas personas se tienen que enfrentar o, más bien, quieren no enfrentarse a eso que en las cenas de Navidad puede pasar: cuando te reúnes con toda tu familia y empiezan a cuestionarte tu identidad u orientación”, desgrana Andrade, quien subraya que esta situación se traduce en el aumento de peticiones de ayuda.

Asegura que las solicitudes en el centro que Casa Frida tiene en la Ciudad de México crecen entre un 20 % y un 30 % en diciembre respecto a la media, algo que también está influenciado por el frío que supone vivir en la calle y por el cierre de las instituciones públicas en estas fechas.

Precisamente, Livan Ortiz llegó junto a su marido al refugio de Casa Frida en Tapachula, en la frontera sur del México, en diciembre de 2022 desde Cuba, su país de origen, y recuerda aquellas Navidades como “bien tristes”.

El fundador de la institución, Raúl Caporal, invitó al matrimonio a celebrar Nochevieja con el resto del equipo, pero distintos choques con la policía les quitaron las ganas de fiesta: "Tres veces que te paran, que es revisártelo todo, es cuestionarte la documentación, es violentarte, es quitarte el dinero”.

En cambio, las fiestas actuales las está pasando en “un lugar seguro” con sus compañeros de Casa Frida, pues desde mediados de año trabaja como coordinador de asistencia humanitaria y seguridad.

 Unas fiestas "interculturales"

Andrade detalla que el equipo construye unas celebraciones “interculturales” para integrar a todos los usuarios y generar “un ambiente de familia”.

Así, se prepara un menú tanto para Nochebuena como para Nochevieja “lo más cercano y apegado” a las personas refugiadas, pues contiene platos de sus países de origen, y se organizan juegos y bailes.

Para Anderson David Mejía, un joven de 21 años originario de Honduras, esta Navidad, la primera fuera de casa, está siendo una mezcla de emociones: se siente “muy triste” por no estar con su familia y, a la vez, da las gracias a Casa Frida por brindarle una “comunidad alegre” que le hace feliz.

La historia de los rusos Vlad y Alex, pareja de 31 y 37 años respectivamente, les llevó hasta Casa Frida, donde están celebrando su primera Navidad en diciembre, pues en Rusia, país que mayoritariamente profesa el cristianismo ortodoxo, se festeja el 7 de enero.

"Huimos cuando empezó la guerra (contra Ucrania) y vivimos en Turquía durante un año. Espero que la situación en nuestro país mejore, pero el Gobierno empezó a aprobar muchas leyes discriminatorias contra la comunidad LGBTI”, relata Alex.

Ahora contemplan pedir asilo político a Estados Unidos, donde se ven celebrando el siguiente 24 de diciembre en un apartamento "con algunas mascotas" y vestidos con “pijamas calientitos”.

“Para las próximas Navidades, me veo ya realizada. Aquí, en la Ciudad de México, cumpliendo todas mis metas”, responde Scarlet Yamilet, una mujer trans de Guatemala.

Llegó al país pocos días antes de Nochebuena y, de hecho, se imaginaba que pasaría esta celebración “en la calle, sola”, pero buscando un albergue donde hospedarse conoció Casa Frida.

El siguiente festejo que vivirán Yamilet y sus compañeros será la Nochevieja, momento en el que pedirán sus deseos para 2024 rodeados de la familia del centro.

Yamilet, quien tiene “muchos planes” para el año nuevo, espera tramitar sus papeles y encontrar un empleo, así como empezar a estudiar, mientras que Mejía quiere hacer realidad “lo que más le conmueve”: traer a su familia a México y entrar en un equipo de fútbol.

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