Un nuevo 19S recuerda cada uno de los estragos sísmicos de esta fecha

Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México.- México es un país que está en interacción con cinco placas tectónicas, aunque los terremotos no se distribuyen de manera equitativa, dado que 80% se registra a lo largo de las costas de Chiapas, Guerrero y Oaxaca.   

Pero científicos que han estudiado la actividad sísmica en el país coinciden que la llamada brecha de Guerrero, una franja de 230 kilómetros de longitud ubicada entre Papanoa y Acapulco, es una alarma latente, debido a que en esa zona no han surgido eventos de esta índole de magnitud mayor a 7 desde 1911.   

Si bien se ha dicho hasta el cansancio que los temblores no se pueden predecir, es un hecho que para los expertos este lugar podría generar un gran movimiento telúrico que afecte tres veces más a Ciudad de México que el ocurrido en 1985, ello porque la distancia del epicentro será más corta, dado que el de hace 37 años provino a 400 kilómetros de distancia, en las costas de Jalisco y Michoacán.  

Tras los últimos grandes terremotos sucedidos en México el 7 y19 de septiembre de 2017, las búsquedas sobre la brecha de Guerrero aumentaron y es que según registros, desde 1911 no ocurre una eventualidad de consideración en dicho sitio, lo que ha llevado a especialistas a examinar a fondo la región.  

“La lógica indica que tarde o temprano habrá uno. Hemos hecho estudios y descubrimos que en el pasado hubo vulcanismo por largo tiempo, mucho más que en el resto de la costa del Pacífico”, señaló a medios el investigador Luca Ferrari, durante un estudio realizado en 2018.  

En esta brecha, explicó, hubo seis movimientos telúricos de gran magnitud entre 1845 y 1911, los cuales generaron daños importantes, por lo que existe suficiente potencial para que se produzcan más, de acuerdo con Protección Civil. Las magnitudes oscilaron entre 7.5 y 7.8.  

EL VALLE DE MÉXICO EN RIESGO  

Con base en modelos matemáticos, los especialistas perfilan a que la brecha de Guerrero supone una de las mayores amenazas para grandes áreas pobladas como el Valle de México, donde se concentra cerca de la quinta parte de la población del país, con alrededor de 23 millones de habitantes.  

“La brecha de Guerrero es una zona bien delimitada, donde no han ocurrido grandes sismos desde hace mucho más tiempo del que los especialistas esperan”, indicó el año pasado Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM a National Geographic en español.     

Sin embargo, las autoridades sostienen que el centro del país no es el único foco rojo, dado que sus proyecciones extienden el peligro a las principales ciudades costeras del Pacífico, desde Nayarit, pasando por Jalisco hasta las ciudades de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca.   

Y es que de acuerdo con mapas de riesgo elaborados por el gobierno federal, 30% de la población está expuesta a niveles altos o muy altos de peligrosidad sísmica.  

Dicha brecha se divide en dos: la parte más antigua se extiende por 150 kilómetros desde Acapulco hasta Papanoa, donde el último gran sismo ocurrió hace 111 años. El segundo segmento se amplía desde el este de Acapulco hasta Copala, la frontera con Oaxaca, donde el terremoto más reciente (responsable de la caída del Ángel de la Independencia) ocurrió en 1957.  

Ante la ausencia de grandes terremotos en los últimos años, este sitio se ha convertido en un lugar anómalo de subducción, donde datos duros refieren que el tiempo que comúnmente transcurre entre dos sismos grandes varía entre 30 y 50 años, periodo que se ha triplicado y duplicado.  

SEPTIEMBRE EN LA MEMORIA  

Pese a que los registros históricos del Servicio Sismológico Nacional (SSN) subrayan que el mes con mayor frecuencia de sismos fuertes es diciembre, la memoria colectiva tiene en la mira a septiembre de 1985 y 2017, como los más mortíferos.  

No obstante, cuando pasó el de 1985, de magnitud 8.1 el gobierno nunca precisó la cifra de muertos, heridos y daños materiales. Aunque según sus informes oficiales esa vez 3 mil 192 personas fallecieron.  

Hace 37 años el terremoto que se originó por la ruptura de 45 segundos en las costas de Michoacán, habría provocado un saldo de al menos 10 mil muertos y 50 mil heridos en el país, sostienen números de estudiosos del tema.  

Respecto a pérdidas económicas, se calculó que ocho mil millones de dólares es el monto al que ascendió la tragedia, doscientas cincuenta mil personas se quedaron sin casa y aproximadamente novecientas mil se vieron obligadas a abandonar sus hogares.  

Al no haber una cultura de protección civil, las tareas de rescate de víctimas se prolongaron hasta octubre de ese año, por lo que en 1986 se creó el organismo que hoy se compete de estos fenómenos naturales.  

Mientras que en 1996 se formó el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), mismo que desapareció en julio de 2021, toda vez que la autollamada Cuarta Transformación afirmó que este no servía para apoyar a damnificados.   

IMCM