Miguel Mateos: Su obsesión es una ópera rock

Por Carlos Meraz

La canción Y, sin pensar, una de las más emblemáticas de Miguel Mateos, sentencia: “Mejores cosas se dan, sin pensar”, y así, casi por un instinto de supervivencia, el músico argentino se aproxima a los 40 años de trayectoria, con 20 álbumes, 7 mil conciertos, más de 5 millones de discos vendidos y hasta publicará una ambiciosa ópera rock, con una trama fincada en Latinoamérica. Nada mal para el prócer del rock en español, que de pibe se cuestionaba, en Cuando seas grande, ser estrella de rock n’ roll o presidente de la nación.

En entrevista telefónica desde su natal Buenos Aires, donde vive el confinamiento por la pandemia, el músico de 66 años reveló que el virus de proporciones apocalípticas terminó con las aspiraciones de hacer el tour continental Retrospectiva, basado en la reedición de los tres primeros elepés con su grupo Zas (Zas, de 1982; Huevos, de 1983 y Tengo que parar, de 1984); pero también a la postre permitió aprovechar el encierro y concluir la ópera rock, un proyecto que lo conecta con su era de estudiante porteño, en la incipiente década de los setenta en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla, en los sombríos años de la dictadura militar.

“Lo que pueda pasar el año que viene, estimado amigo, sinceramente nadie lo puede saber. Efectivamente iba a hacer una gira, que se llamaba Retrospectiva, dándole tributo a los tres primeros álbumes de Zas. Lamentablemente, el 20 de marzo se paró el planeta. Tenía un tour nacional por Argentina, que incluía a Chile y México, con prácticamente cubierto el resto de este pandémico 2020 y, mira, nos quedamos en pelotas.

“Gracias a Dios he administrado mi tiempo mentalmente, si no estos seis meses hubieran sido psicóticos. Me puse a trabajar en mi ópera y ya Ia tengo prácticamente lista, con 88 minutos de música ininterrumpida, sin diálogos. Ahora le estoy poniendo la parte lírica; el tema tiene que ver con nosotros, con Latinoamérica”, advirtió.

Mateos —que en 1986 conquistó el mercado mexicano con el álbum Solos en América, siendo referente del mainstream y así la industria discográfica de nuestro país impulsó el sello Rock en tu idioma, que él instauró y por el que la prensa nacional lo apodó El jefe del rock en español, al abrir las puertas para una oleada de exponentes locales, desde Caifanes hasta Maldita Vecindad y Los Hijos del 5to. Patio— confesó que su andar por el rock pop, tras la aparición de su más reciente Undotrecua, quizá podría tener los pasos contados, con la conclusión de una obra, similar a Tommy (1969), de The Who, o Jesus Christ Superstar (1970), de Tim Rice, en un álbum conceptual con matices sinfónicos.

“Recuerdo a mi madre acompañándome de la mano al Teatro Colón. Yo, con el pelo largo, en el conservatorio municipal tomado por los milicos, que nos sacaron y nos metieron presos por creer que éramos comunistas. Eso, de alguna manera, también está en la obra.

“Está llena de rock, es un tributo a mi formación de los años setenta, desde Deep Purple hasta Metallica, también hay algo de Genesis y Yes, con sus discos Selling England by the pound y Fragile, respectivamente, además de Led Zeppelin, Mahavishnu Orchestra y Emerson, Lake & Palmer”, explicó.

ATADO A UN SENTIMIENTO

En un ejercicio de ping pong periodístico, Miguel Mateos participa en un retrato hablado donde cada respuesta describe al ser humano detrás del personaje, en una suerte de charla de diván, a través del cuestionario de Proust, en una conversación diferente con un rock star ídem.

— ¿Con qué personaje de la historia te identificas?

— ¡A la mierda...! Creo que con Nelson Mandela.

— ¿A quién te hubiera gustado conocer?

— A John Lennon y Ludwig van Beethoven.

— ¿Qué maestro te hubiera gustado que te diera clases?

— Uno de mis músicos favoritos Gustav Mahler y, obviamente, mi querido Richard Wagner.

— Si no hubieras sido hombre, ¿qué mujer te hubiera gustado ser?

— Esa me la ponés difícil... Con mi mujer vimos por segunda vez Roma y te voy a decir que sería Cleo, la empleada doméstica de la película de Alfonso Cuarón; en lugar de decirte Catalina la grande, te digo Cleo, un personaje que tiene la fuerza de los débiles, con esa honestidad brutal.

— ¿A quién le pedirías un autógrafo?

— A Don Quijote.

— ¿Qué superpoder te encantaría tener?

— No sé si volar, por que si tuviéramos alas, sería una deformación, como en la película de Wim Wenders, Las alas del deseo

Sabés, mejor no quiero superpoderes; me la banco así.

— ¿Qué fotografía o imagen nunca colgarías en tu sala?

— Una de Adolf Hitler.

— ¿Qué canción ajena te hubiese fascinado componer?

— Te voy a dar dos en los polos opuestos, si me permitís: Celebration, de Kool & The Gang, que es imposible no salir a bailar y olvidarla cuando se toca en la pista, es la canción más alegre que se haya escrito en la historia, y la otra es Imagine, de John Lennon.

— ¿Con quien nunca harías un dueto ni aunque te pagaran triple?

— Con Joaquín Sabina... y me reservo las razones.

— ¿Qué canción crees que al escucharla varias veces puede ser equivalente a una tortura?

— Te voy a dar una de mi grupo más amado, que son The Beatles, no la soporto, nunca lo hice y sigo odiando, Ob-La-Di, Ob-La-Da.

Siempre consideré que The white album era un viaje monumental, pero creo que Paul McCartney ya debería desterrar ese tema de su repertorio.

— Si tuvieses libre albedrío y presupuesto ilimitado para rearmar Zas!, ¿a quién reclutarías?

— El grupo ideal sería: guitarra, Jimi Hendrix; batería, John Bonham, de Led Zeppelin; bajo, Sting, y alternándose en los teclados, Keith Emerson con Tony Banks, de Genesis.

— ¿Si tuvieras el DeLorean de Volver al Futuro, irías al pasado o al futuro?

— Al futuro... ¿Y, por cierto, cómo voy de puntuación en el cuestionario?, ¿voy arriba de 5? Yo pensé que todo esto estaba tabulado.

— ¿Ante qué personaje que coincidieras en la calle optarías por cambiar de acera?

— Ante Hitler, como ante cualquier otro individuo que atente contra la libertad y abuse de la vulnerabilidad de las personas. Cualquier dictadorucho nefasto.

— ¿Cuál es tu pasatiempo?

— Juego al básquetbol y me gusta el cine, así que ahora me engancho con Netflix, Amazon o cualquiera de estas plataformas, y mis noches son de película, habano y whisky.

— ¿Qué es lo que menos te gusta de tu aspecto físico?

— En este momento he tenido como un cierto perdón conmigo mismo, una especie de liberación de culpa; debo tener tantos defectos, sin duda, pero me he perdonado todo. Y me miro al espejo y no me veo tan mal. Me levanto en las mañanas y me digo: “Cuarenta años de laburo, tantos discos, tantos conciertos y aún te dan ganas, te entusiasma sentarme al piano, con la laptop y seguir”. Estoy muy contento conmigo.

— ¿Qué hábito ajeno no soportas?

— La traición.

— ¿Qué platillo comerías antes de ser fusilado?

— Una parrillada, un asado argentino con chinchulines, riñones, con todos los cortes. Los asados en Argentina duran mucho tiempo, hasta dos días a veces, así que tendrían que esperar para matarme.

— ¿Cuál ha sido tu concierto favorito?

— Van a pasar algo muy lindo en Netflix dentro de poco, acerca del rock en español, y me llegaron unas imágenes clandestinas de mi primer concierto en el Hotel de México en 1986, donde esperábamos a mil personas y le decía a mi hermano Alejandro: “Loco, vos te diste cuenta de lo qué pasó en ese concierto, en el que nadie apostaba y de pronto aparecieron 3 mil personas de debajo de la tierra?”.

Fue mi primera vez en México y estaba al borde de las lágrimas. Eso fue el principio de toda la aventura, ahí empezó todo; yo solo fui un actor más. No sabíamos lo que estábamos haciendo y lo que significó Rock en tu idioma en todo el continente y, por eso, se me pone la piel de gallina por haber sido parte de aquel principio.

— ¿Cuál es tu placer culpable en la música?

— Que me guste ABBA... para un rockero es algo que no puede ser y hasta me pueden sacar del club.

— ¿Qué película marcó tu vida?

Blade runner y Apocalypse now.

— ¿Cuál fue el último libro que leíste?

Patria, de Fernando Aramburu, con todo el tema español. Me tocó mucho, porque volví el año pasado a reconocer un poco mis orígenes en la provincia de León, España, en Castilla la vieja.

También leí Una cierta idea del mundo, de Alessandro Baricco. 

— ¿A qué político le darías un pastelazo?

—A Mauricio Macri (expresidente de Argentina). No me atrevo a darle un pastelazo a ningún foráneo.

— Si fueras presidente de Argentina, ¿cuál sería tu gabinete ideal?

— Sería un fracaso, viste cómo es la política, tenés que conciliar con uno; después le vendiste al otro y éste dice me debes y otro te dice escúchame yo te di esto. La transa, ¿viste? Es muy difícil poner gente que uno valora y pueda estar ensuciada al término de una gestión. No, no es para mi. Al primer negocio que me propongan digo: “Ciao. Gracias por todo, renuncio y bye.

No puedo con eso, no puedo con la corrupción ni con la deslealtad, bajo ningún punto de vista.

— ¿Cuál es tu máxima favorita?

— No hagas al otro, lo que no te gustaría que te hicieran a vos. Es una declaración de principios.

— ¿Qué estarías haciendo si el dinero no importara?

— Sería un hippie relacionado con el arte, pero profundizaría al máximo en la razón por la que estamos en este planeta.

— ¿Tienes algún chiste de argentinos que te fascine?

— Del ego, qué se yo. No soy de chistes, los cuento mal.

— ¿Y qué te rompe el corazón?

— La inequidad que ha demostrado y ha dejado de manifiesto esta pandemia, sobre todo en Latinoamérica. La injusticia, esa suerte de pobreza que nunca termina y que hace que la gente esté confinada, se contagie y no tenga los recursos sanitarios. La pobreza es algo que me rompe el alma.

— ¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?

— Que no la hay, no existe eso. Es el día a día, es la razón de nuestra existencia, a mi humilde modo de ver.

— ¿Cómo se titularía la película de tu vida?

— Me pones es un aprieto... A hard day’s night o lo que es lo mismo Anochecer de un día agitado, de Richard Lester, con el protagonismo de los cuatro beatles.

— En la última cena de tu vida, ¿quiénes serían tus 12 hipotéticos invitados?

— Estaría rodeado de la familia. Ningún famoso, ninguna celebrity. Solamente mi mujer, mi hijo, mi madre, mi padre y mi hermano.

— Y como tú Judas, ¿quién sería el invitado?

— Me hubiera dado cuenta de ello y no lo invitaba.

— ¿Cómo te gustaría morir?

— En el escenario, obviamente.

— ¿Qué diría tu epitafio?

Es tan fácil romper un corazón.

— Y, ¿qué vas a hacer cuando seas (más) grande?

— Lo mismo que hago ahora. Vuelvo al inicio de la entrevista: Ojalá no deje de tener entusiasmo de sentarme al piano, de seguir teniendo universos poéticos, ideas y tener la fuerza para seguir haciendo lo mismo; tengo como una suerte de filosofía de vida a la que he dedicado mi existencia por 40 años, que es seguir haciendo exactamente lo mismo. Es un principio muy nietzscheano.