La contaminación por plásticos ha alcanzado un nuevo récord, y se espera que para 2060 se triplique.
Por Ernesto Becerra
CDMX.- Un estudio de la revista británica The Lancet señala que en 2025 se rompió un nuevo récord en la contaminación por plásticos. Y no es para menos, puesto que únicamente el 10% de los plásticos en el mundo se recicla. Sin embargo, este es un problema que genera consecuencias tanto en la salud como en la economía de todos, afectando de manera desproporcionada a las personas más vulnerables.
Además de su impacto directo en la salud y la economía, el plástico es uno de los mayores productos que generan dióxido de carbono durante su ciclo de vida, desde la producción hasta su desecho. Esto contribuye significativamente al calentamiento global y al cambio climático.
El ciclo de vida del plástico
La producción de plásticos se basa en combustibles fósiles, como el petróleo y el gas natural. Este proceso de extracción y fabricación es intensivo en energía y libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Luego, una vez que los productos plásticos llegan a su vida útil, su disposición final plantea otro desafío.
Una gran parte de los residuos plásticos termina en vertederos, donde pueden tardar cientos de años en degradarse, liberando sustancias químicas tóxicas al suelo y al agua. Una porción considerable también acaba en el medio ambiente, especialmente en los océanos, donde se fragmenta en microplásticos que son ingeridos por la fauna marina y entran en la cadena alimentaria.
Los desafíos de su reemplazo
Se deberían buscar otras alternativas, pero al ser un material muy eficiente para transportar cosas, alimentos y bebidas, es muy complicado de reemplazar. La ligereza, durabilidad y bajo costo del plástico lo han convertido en una solución casi indispensable para la industria moderna. Sin embargo, la creciente crisis ambiental ha impulsado la búsqueda de materiales alternativos.
Actualmente, se están explorando soluciones como los bioplásticos, fabricados a partir de recursos renovables como el almidón de maíz o la caña de azúcar, así como el uso de materiales tradicionales como el vidrio o el aluminio. Sin embargo, estos sustitutos a menudo presentan desventajas, como un mayor costo de producción o una menor eficiencia en el transporte.
El verdadero desafío radica en encontrar soluciones que sean ambientalmente sostenibles a gran escala, sin comprometer las necesidades de la vida moderna. La clave está en una combinación de reducción del consumo de plástico, reutilización de los productos existentes y el desarrollo de sistemas de reciclaje más eficientes y accesibles a nivel global.