Napoleón: el general que soñó con la gloria eterna

En la ciudad de Córcega, Italia, llegó al mundo un 15 de agosto de 1769 un hombre que llegaría a lo más alto y caería estrepitosamente desde ahí.

Hijo de Carlo Buonaparte y María Letizia Ramolino (padres de 8), Napoleón Buonaparte creció en su natal Córcega, hasta que, gracias a las influencias de su padre, a los diez años él y su hermano José fueron a Francia para estudiar en un colegio militar llamado “Brienne-le-Château”, del que, habiendo concluido su educación básica pasaron al “École Royale Militaire” en 1784.

EL joven Napoleón era un pequeño que prefería la soledad, le consideraban un niño contemplativo y taciturno con un gran talento para las matemáticas, las cuales le apasionaban profundamente. Durante su infancia y adolescencia fue blanco de burlas por su carácter, su apariencia desaliñada y el marcado acento italiano en su pronunciación, pero respondiendo a estos insultos de manera violenta se logró el respeto de los que lo rodeaban por temor a su fortaleza física. Incluso uno de sus maestros dijo alguna vez: “Este muchacho está hecho de granito, y además tiene un volcán en su interior”.

Concluida su carrera en el instituto militar, Napoleón se graduó en 1785 como teniente segundo de artillería, y tomó su cargo en la ciudad de Valence durante 1786, con 16 años.

Con motivo de la muerte de su padre pidió una baja temporal para ir a su natal Córcega, y transcurrieron dos años en los que Napoleón estuvo yendo y regresando de Córcega a París. Retomó su servicio militar y sirvió también en la ciudad de Auxonne. Se encontraba en Córcega cuando estalló la Revolución Francesa, y se involucró en la insurrección armada de los jacobinos de la zona (que aprovecharon la revolución para tratar de obtener su independencia), quienes lo nombraron Comandante Segundo de la Guardia Nacional de Voluntarios de la isla. Por desgracia, durante estos años se hizo de un enemigo muy poderoso, ya que intentó hacer un golpe militar contra el líder nacionalista corso Pasquale Paoli, tomando el bando del ejército francés, por lo que él y su familia se fueron a Francia en 1793.

Es sabido que durante los años en que huyeron, los Buonaparte sufrieron penurias económicas, las cuales sortearon entablando relaciones de conveniencia con algunos franceses acomodados. De cualquier manera, Agustín Robespierre lo cobijó y le brindó un grado de capitán. En el transcurso de 1794, Buonaparte se desempeñó como comandante de artillería de las fuerzas francesas, cargo que le ayudó a conseguir su compañero Antoine Saliceti. Durante este tiempo él realizó estrategias de defensa para la Fortaleza de Tolón que tuvieron resultados favorables, por lo que fue ganado la simpatía de las tropas y los dirigentes, posteriormente lo nombraron general de brigada. Fue enviado a Génova, con destino a la Comandancia General de Artillería en Italia, pero durante esa misión asesinaron a Maximillien Robespierre, y sus nexos con Agustín le trajeron un encarcelamiento de dos semanas, tras las cuales fue liberado por intermediación de Saliceti y porque nadie pudo probar que estaba relacionado con los hermanos.

Volvió a París sin un centavo y tiempo después consiguió empleo en el Departamento de Operaciones como topógrafo. En este puesto, aunque no era tan glamoroso como los anteriores, tuvo mayores oportunidades de tratar directamente con las autoridades civiles, y por medio de estos a las más altas esferas políticas (y por ende sociales) de París. Fue aquí a donde conoció a la que sería su primera esposa, una viuda de origen criollo conocida como Josefina de Beauharnais. Fue a través de ella que llegó a relacionarse con el entonces dirigente del “Directorio”, Paul Barras, quién buscaba una especie de general militar que le ayudara a manejar los constantes disturbios y manifestaciones contra el gobierno, por lo que terminó teniendo de nuevo un puesto de relevancia.

Para finales de 1795 tuvo una nueva oportunidad de demostrar su talento como estratega, pues durante una fuerte protesta hostil contra “la Convención” (el gobierno imperante después de Robespierre), Buonaparte organizó un ejército con los recursos que tenían a mano y replegó violentamente a los manifestantes del Palacio de Tullerías.

Para la primera mitad del año 1796, (el 9 de marzo de 1796 para ser exactos) Napoleón contrajo sus primeras nupcias con la antes mencionada Josefina, y días después partió para atender el frente de batalla francés en Italia. Se lució en esta campaña, ya que el resultado fue una lista de victorias decisivas: Lodi en mayo de 1796, Arcole en noviembre de 1796 y Rivoli en enero de 1797, arrasó con el ejército austriaco. Debido a los problemas con el Papa Pío VI, los franceses tomaron dos provincias papales y desobedeciendo las órdenes de sus superiores, marcharon hacia Roma. Un año después tomaron la ciudad y el general Berthier apresó al Papa. En esta campaña logró también hacerse con Venecia, lograr que bajo presión los representantes de Austria firmaran un documento conocido como “Tratado de Campoformio” en el que le entregaban a Francia la mayor parte de Italia, los Países Bajos y el área del Rhin.

A pesar de esto se comenzó a ganar el rechazo del Directorio y la aristocracia, gracias a las decisiones autónomas y la falta de observación de sus instrucciones Napoleón se convirtió en una amenaza latente. Durante el mismo 1797 las elecciones le dieron la victoria a la fracción realista, pero gracias a la intervención de Buonaparte, quien envió a su general Augereau a dar un golpe de estado el 4 de septiembre, devolvió el poder a Paul Barras, pero esta vez de manera condicional. Regresó en diciembre a Francia, para entonces ya era un héroe patrio, respaldado por el pueblo y las tropas.

Decidieron enviarlo a una expedición a Egipto que el mismo Napoleón propuso, con el fin de cortar la ruta de comercio inglesa a través del mediterráneo, en gran medida para sacarlo de la escena pública y tal vez con suerte, librarse de él. El 19 de mayo de 1798 partió con dirección a Alejandría. Posterior a su llegada, logró conquistar Malta el 9 de junio, después el 1° de julio arribó a su destino. En el tránsito por el país egipcio, logró una formidable victoria sobre el ejército inglés en lo que se conoce como “La batalla de las Pirámides”; aún así casi toda la armada fue eliminada por los barcos ingleses durante “La batalla del Nilo”. Terminó de consolidar su poder en Egipto, pero le fue devastador el efecto de la Peste Bubónica y las plagas sobre sus tropas. Durante la conquista de Jaffa los franceses ejercieron una carnicería brutal sobre sus ocupantes. A partir de aquí la campaña comenzó a fracasar, siguió su marcha para tomar la fortaleza de Arce, pero las condiciones del ejército se lo impidieron. En esta situación tomó el primer barco hacia Europa que pudo conseguir y dejó el mando de a uno de sus generales.

Desembarcó en Córcega, y comenzó su marcha hacia París. De regreso en Francia, pese al reclamo de sus detractores, Napoleón no fue juzgado por el abandono de sus tropas, dado que el Directorio le había permitido regresar pues los ataques de Inglaterra, en coalición con otros enemigos asediaban a la República, y temían una invasión. Pero, en complicidad con Sieyés, (uno de los directores) y su hermano Lucien Bonaparte, se emprendió un golpe de estado el 9 de noviembre de 1799. Salieron victoriosos y obtuvieron el poder, dándole como nombre a su forma de gobierno “El Consulado”.

Las aportaciones del Consulado a Francia fueron, entre otras, un código civil conocido como “Code civil des Français”, (pasando a la posteridad como el “Código Napoleónico”), además de un acercamiento con Roma para tratar de restablecer sus relaciones a través de un Concordato. Esto se dio en el marco de una progresiva reestructuración del aparato gubernamental y los procesos del mismo, trayendo una década de relativa paz y prosperidad. En el año 1802 se hizo con el título de “Primer Cónsul”, el cuál posteriormente instituiría como puesto vitalicio.

Hacia el año 1084, después de encarcelar a un príncipe, el duque de Enghien, por intentar asesinarlo (no era la primera ocasión en que sufría un atentado), lo ejecuta, obteniendo como respuesta del Senado, el ofrecimiento de la corona francesa. Napoleón fue coronado 2 de diciembre en la Catedral de Notre Dame, con la presencia (ya limadas las asperezas) del Papa Pío VII.

Continuó con sus expediciones bélicas de manera simultánea, para 1800 ya había regresado a Italia, ya que durante el tiempo que abandonó este territorio volvió a manos de Austria. Después de vencer a los austriacos, les exigió la firma de un tratado de armisticio, pero debido a que en sus tratados de alianza con Inglaterra les impedían reconocer la posesión francesa, los atacaron frutalmente, hasta que accedieron a la firma.  Otra victoria significativa fue la de Hohenlinden, a manos del general Moreau. También se obtuvo un tratado de paz con Gran Bretaña, lo que les permitió tomar posesión de Malta.   Otras batallas memorables fueron: Austerlitz, de 1805 sobre la “Tercera Coalición”, la de Jena en 1806 con los prusianos y el repliegue de tropas rusas en Friendland de 1807. Su participación en América no fue tan luminosa, sufrió una terrible derrota en Santo Domingo, Haití, y su situación respecto a las posesiones en este continente le resultaban inseguras, por lo que decidió vender el territorio de Luisiana a los Estados Unidos en 1803.

Habiendo conquistado el trono, en 1805, las hostilidades con Inglaterra se recrudecieron, dando comienzo al episodio más sangriento de las guerras Napoleónicas, haciendo una coalición con Rusia, Suecia, Austria y Nápoles. Con el fin de no enfrentar solo a sus oponentes, Napoleón presionó al rey español para unirse a él, pero sus esfuerzos se vieron menoscabados por la imponente armada enemiga, Dando como resultado la terrible derrota de Trafalgar, a manos (una vez más del General Nelson. Sorpresivamente, el ahora emperador llevó a su ejército hacia Baviera, donde logro una fuerte victoria en Ulm, a la que le siguió la ya mencionada en la batalla de Austerlitz.

Luego de esto se hizo de nuevo con el poder en Europa, consiguiendo hacerse con Nápoles en 1806 y dejando en el trono (prácticamente de Italia) a su hermano José, y otorgando a su hermano Luis el poder delo que llamaron “La Confederación del Rhin”. Despúes comenzó con la ocupación de España debido a una solicitud de apoyo a esta para invadir Portugal, ya que no se había unido al bloqueo económico puesto sobre Inglaterra. La respuesta del pueblo español fue una guerra de guerrillas, ya que en ese momento las tropas francesas avanzaban hacia Portugal a través de su tierra. Eso puso la idea de adherir España a las posesiones francesas, lo que trajo sangrientos combates. Francia logró vencer, no sin haber perdido batallas, pero esta vez intervino personalmente Napoleón, logrando vencer en esta ocasión incluso a la armada inglesa que había venido en auxilio de España. Al poseer el trono se lo dio a José y mandó a su cuñado a Nápoles.

De esto cabe resaltar las consecuencias que trajo sobre las colonias españolas, ya que a lo largo de América se comenzaron a gestar y llevar a cabo los movimientos de independencia (como es el caso de México).

Las controversias con Austria continuaron durante 1809, hasta que luego de casi desaparecer sus ejércitos, pactó la paz con el rey Francisco I de Austria, contrajo matrimonio con su hija María Luisa de Habsburgo-Lorena en 1811 (luego de repudiar a la entonces emperatriz Josefina, bajo el pretexto de que no le podía dar hijos, en 1810).

Por desgracia no hubo paz para nadie, porque las hostilidades con el Zar Alejandro I, quien, a pesar de sentir un fuerte aprecio por Napoleón, se vio presionado por sus consejeros a emprender la recuperación de Polonia, ya que los franceses tenían dificultades ahí. Al poner en marcha el bloqueo comercial indicado por Francia con poca severidad y sin tener en cuenta los términos de este, Napoleón se sintió traicionado, por lo que comenzó con una campaña militar contra Rusia en 1812 (en el marco de las revueltas en Polonia). Dentro de los triunfos que obtuvo están la batalla de Smolonski, y la del Lago Moscova. Napoleón terminó entrando en Moscú, pero al no recibir ningún intento de tregua, decidió emprender la marcha de regreso a Francia. Por desgracia, de el total de soldados traídos (650,000 efectivos), sólo cruzaron el río Berezina 40,000. Al llegar de nuevo hacia Alemania, sus aún más mermados 30,000 soldados se unieron con las fuerzas acampadas ahí, sumando 130,000 elemento. Todavía con estos continuó combatiendo, y logró vencer en otras ocasiones, la cantidad de sus enemigos era cada vez mayo, ya que Prusia, Austria y Suecia se unieron a los Aliados, conformados por Rusia, el Reino Unido, España y Portugal.

Esto devino en la batalla más impresionante de su vida (y probablemente una de las más sangrientas de la historia), la llamada “Batalla de las Naciones” (no era para menos), un 16 de octubre de 1813.

Derrotado, volvió a Francia para abdicar, ya que los Aliados invadieron París en marzo de 1814, Napoleón abdicó el 4 de abril de ese año, reiterando su abdicación incondicional el 6 del mismo mes. Su esposa y el pequeño de ambos volvieron a la casa del rey austriaco, impusieron a un rey nuevo, Luis XVIII, y ante la noticia de que sería desterrado a una isla del Mediterráneo, se dispuso de nuevo a reconquistar con sus últimas fuerzas París. Cuenta la leyenda que estando frente al regimiento que habían enviado a hacerle frente, Napoleón avanzó sólo, y les dijo: “Soldados del Quinto, ustedes me reconocen. Si algún hombre quiere disparar sobre su emperador, puede hacerlo ahora”. Nadie disparó, lo vitorearon y ensancharon sus filas, dirigiéndose a la ciudad. El pueblo a lo largo de su marcha le recibió, y el 20 de marzo de 1815 entró a París. Este periodo se conoce como los “Cien Días”, ya que, en su afán de recuperarse y obtener su venganza, rearmó el ejército, llegando a casi 350,000 miembros entre soldados y voluntarios, y emprendió lo fue su última campaña, por Bélgica. El sueño se evaporó al toparse en la ciudad de Waterloo, con el poderío de los Aliados, liderados por el Duque de Wellington el 18 de junio. Las tropas francesas sucumbieron ante el clima y las fuerzas oponentes.

Napoleón no volvió a París, abdicó en favor de su hijo y luego marchó a Rocheford, donde abdicó definitivamente bordo del buque inglés Bellerophone. Fue arrestado y desterrado a la isla africana de Santa Elena el 15 de julio, acompañado de algunos de sus seguidores. Sólo viviría 6 años ahí, ya que la tarde del 5 de mayo de 1821 murió, víctima de aparente cáncer estomacal.

EL sueño de gloria de un hombre que llegó a la cima y sometió al mundo (varias veces) y que se desplomó irremediablemente, pero dejando una profunda huella en la historia de su nación y del mundo.