Noble Savage: La corrupción de un ángel

Por Carlos Meraz

Su álter ego Noble Savage se rehusa a hablar ante un mundo que ha oído todo y ha hecho nada. Es la voz silenciada del desencanto y el rostro de la desesperanza que en su creador, Hari Sama, tiene a al interlocutor con una sociedad orientada al individualismo a ultranza, a la que ya no entiende e incluso desprecia por sacrificar sus valores espirituales en aras del progreso económico.

Sama, director de cine reconocido por su laureada y más reciente película Esto no es Berlín (2019), recupera la esencia musical de su otrora banda underground de rock ochentero, La Muerte de Eurídice, para crear un oscuro personaje que expresa sueños y pesadillas de una humanidad distópica y literalmente desangelada.

“Noble Savage es un lobo estepario, un poeta maldito del amor. Una sombra en estado de pureza que no  le permite socializar”, destacó.

EL BEAT DEL DESENCANTO
Basándose en La corrupción de un ángel (1971), novela póstuma de Yukio Mishima, el escritor japonés que horas antes de su muerte envió su última obra al editor —que describe según la demoledora sinopsis “el fin de las ilusiones y la consideración del suicidio como medio para sortear el dolor de la existencia... y el horror por la vulgaridad del mundo moderno”—, el realizador capitalino presenta, en una estética dark wave y post-punk con destellos de hi-NRG, su sencillo debut Mishima’s angel bajo el concepto de Noble Savage.

“Mishima es un escritor que transgredió su propio cuerpo, que se suicidó en una experiencia performance, bajo el ritual del seppuku (harakiri).

“Con respecto a la música tiene una lírica de misterio y depresiva y el sonido high- energy que te pone a bailar. No quería que fuese un pop fácil, como el de las tres últimas canciones de moda”, advirtió Sama.

DISTOPÍA EN EL CINE ÓPERA
Así surgió un personaje escurridizo, cuyo padecimiento clínicamente definido como ansiedad social le impide ir a ningún espacio fuera del escenario, siendo un “poeta, revolucionario espiritual y violento performancero que ha encontrado en el director de cine la posibilidad de tener una voz hacia el exterior”.

El videoclip, dirigido por Sama, juega con la idea budista de la decadencia que permite a un ángel moverse en la Tierra —como en los filmes del cineasta alemán Wim Wenders, Wings of Desire (1987) y Faraway, so close! (1993), siendo rodado en el abandonado y casi derruido Cine Ópera, inmueble art decó ubicado en Serapio Rendón, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México.