Otra oportunidad para la abogacía

La profesión de la abogacía enfrentará varios desafíos, tanto en el universo sustantivo como en el procesal. De hecho, en caso de no superarlos de la manera correcta, no sobra decir que la sociedad sufrirá igual que los abogados. O quizás más. Pero no estará sola en su calvario. Le acompañaremos en la pena.

¿Por qué? Porque no sólo afrontaremos lo que venga como ciudadanos que somos, también tendremos que soportar –una y otra vez, así parece– los disparos del fuego amigo. Aún recuerdo que al buscar la colegiación obligatoria, en el pasado reciente, un puñado de colegas envió un documento a la Cofece para decir que la libre competencia estaba en peligro. En varias páginas argumentaron que la colegiación obligatoria de los abogados impediría que la ley de la oferta y la demanda funcionara adecuadamente (con la respectiva afectación social que tal cosa significa, dijeron).

Y si la colegiación obligatoria generó controversia, más aún el tema de la certificación de la profesión. ¿Quién certificará a quién? ¿Bajo qué parámetros? ¿Y cuáles serían las consecuencias para el abogado que no la obtuviera? En fin. El hecho es que aún estamos sueltos en la pradera. Cada abogado con sus reglas y discurso.

Ahora vamos por otra oportunidad: hoy la apuesta gira alrededor de lograr una ley general que regule la profesión del abogado. Así lo dijo José Mario de la Garza Marroquín, Presidente de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA), ante un grupo de senadores que escuchó su mensaje durante su participación en una mesa-debate cuyo tema fue la adecuada defensa y la tutela judicial
en el procedimiento penal.

No tengo duda en que dicha ley tocará la puerta del cambio (de la disrupción) otra vez. El problema es que tampoco me parece descabellado que un universo importante de abogados –con sonrisa, abrazo de palmada en la espalda y todo– haga su acostumbrado “frente a ti digo sí a la ley, pero a tus espaldas actuó de manera contraria”. Los tengo bien ubicados; con foto, video y todo: ¿su reputación aguantaría el quite de máscara?

En fin, en tanto llega la nueva oportunidad, renuevo mis votos: sí a la colegiación, sí a la certificación (ambas obligatorias).

* El autor es abogado, periodista y consultor de empresas. También es miembro de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA) y profesor de posgrados en Alta Dirección en la UNAM, EBC, ICAMI y HC Escuela de Negocios.