Sufren adultos mayores violencia de sus propios familiares

Por: Diego Ríos

@diegorioz

De enero de 2015 a octubre de 2016, en la Ciudad de México se presentaron cinco mil 704 denuncias ante la Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina por delitos contra adultos mayores, de los cuales 93% corresponden a violencia familiar con uso de fuerza física o moral. Es decir, los principales agresores de una persona de la tercera edad son sus mismos familiares.


“De mi tarjeta de la pensión, él mantenía a toda su familia. Yo confiaba a tal grado que le di mi clave para el cajero, aún no entiendo que le hice para que cambiara tanto”, recordó Ifigenia Solís, quien a sus 74 años de edad vive en un asilo para ancianos.


La Red Internacional para la Prevención al Maltrato las Personas Mayores, indica que cuando un miembro de la familia o cuidador a través de actos verbales o no verbales, provoca que el adulto mayor sienta miedo, angustia mental, emocional o dolor es considerado como violencia.


Para la señora Solís, la violencia la alcanzó al interior de su hogar y a manos “de quien menos me lo esperaba, mi único nieto fue quien me vio la cara por años. Mi hija murió junto con su marido camino a Cuernavaca y yo quedé al cuidado del pequeño. Lo crié como no lo hice ni con su madre y él me humilló, me robó y me mintió hasta que ya no aguante más y abandoné mi propia casa”, señaló.


El Instituto para la Atención de los Adultos Mayores (IAAM), reportó que en promedio recibe y atiende cerca de 150 denuncias mensuales de violencia en contra de personas mayores. Las quejas que más se reciben son por abuso patrimonial y económico, por maltrato físico y emocional, y de las que menos se conoce es sobre abuso sexual.


“Culturalmente la violencia hacia los adultos mayores es un tema del cual antes no se hablaba; sin embargo, conforme han venido tomando conciencia de sus derechos, las personas mayores son capaces de denunciar las diversas formas en que pueden estar siendo víctimas” señaló Rigoberto Ávila Ordoñez, titular del IAAM.


Liliana Giraldo Rodríguez, investigadora del Instituto Nacional de Geriatría y representante en México del INPEA, indica que el maltrato se da contra cualquier adulto mayor sin distinción de su condición económica, su grado educativo o si es dependiente o independiente de sus familiares. Sin embargo, los adultos mayores con dependencia tienden a sufrir mayores niveles de maltrato.


Por un lado, las víctimas que viven en independencia de sus agresores no denuncian, porque en primera no reconocen que lo que están viviendo es maltrato o es violencia; segunda, porque si lo reconocen no saben adónde ir; tercera, porque si saben a dónde ir, van y encuentran una serie de obstáculos para ser atendidos y desisten de seguir con la denuncia; cuarta, porque no quieren que el familiar que está fungiendo como agresor se vea afectado al denunciarlo.


De la misma manera los adultos mayores que viven en dependencia física o económica juegan igualmente los anteriores cuatro puntos, pero comienza a jugar un papel protagónico un quinto elemento que es “¿cómo voy a denunciar a la persona que mal o bien me está brindando un poco de ayuda?” ilustró la investigadora.


En los transbordos de la línea A del Metro se suele escuchar la melodía My Way, esa que algún día entonara Frank Sinatra acompañado de su orquesta, las diferencias entre aquel intérprete y don Rogelio Vera son enormes, aunque en el fondo la pasión por la música en ambos casos marcó y ha marcado sus vidas respectivamente. 


“Di clases de música por casi 30 años, no estaba en mis planes jubilarme, mi trabajo fue mi vida y cuando se fue Estela (su difunta esposa) lo único que me quedo fueron mis instrumentos, una casa en Cuautla, otra en la colonia Narvarte y tres hijos.  Ahora no soporto quedarme en casa todo el día y estar oyendo a mis nueras peleándose, regañando a mis nietos que son mal educados; mis hijos, dos flojos y borrachos y otro gay y mantenido, de los tres no hago uno como yo lo fui con mis padres, pero esos eran otros tiempos. La culpa la tengo yo por nunca haber visto hacia adentro de mi casa, toda la responsabilidad se la deje a Estela y aquí está el resultado. De todo lo que tuve hoy sólo me queda el recuerdo, vivo en un cuarto que ni siquiera es el más grande de la casa, ahí conservo mis instrumentos, al menos los que me quedaron tras un periodo en el que mi hijo se hizo adicto a la piedra y tuve que vender hasta la casa de Cuautla para sacarlo de sus broncas. 


“El día que me vaya esos cabrones no van a recibir nada, ya dejé mi testamento donde todo lo que me queda que es la casa de la Narvarte, que se la heredo a una sobrina, la única que me ha dado motivos para no aventarme a las vías del Metro”, narró don Rogelio, quien tras una pausa sigue recibiendo monedas en el estuche de su guitarra.


Claudia Violeta Azar Cruz, Fiscal de Procesos en Juzgados Familiares de la PGJ, añadió que la delegación Iztapalapa es el lugar número uno en violencia en agravio de personas mayores, debido a que viven en el hacinamiento, en donde varias familias se constituyen en un mismo inmueble y ello genera violencia familiar.


La fiscal refirió que debido a la cuestión económica el adulto mayor permite a sus hijos establecerse con sus nuevas familias dentro de su hogar, en algunos casos llegando a vivir cinco o seis familias acorde al número de hijos que haya tenido. 


La diputada Elizabeth Mateos, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Asamblea Legislativa, indicó que a través de una iniciativa se reformaron los artículos 156 y 158 del Código Penal, donde se estableció una pena privativa de la libertad para quienes abandonen con dolo, aíslen, mantengan en condiciones de hacinamiento o desalojen a los adultos mayores. Dicho de otra forma, a partir del primer día de noviembre de 2017, quien violente a un adulto mayor perderá su libertad.