Caer de la gracia

En un país (México, por ejemplo) donde la meritocracia vale menos de tres pesos resulta muy fácil (y constante, ya) ver como cierto perfil de persona –sin importar su trayectoria, conocimientos o logros– simplemente es expulsada por el grupo de “aquí sólo los cuates” para ingresar a las filas de “ahí los desplazados”.

Las razones y argumentos pueden ser muchos. Pero ninguno relacionado con los méritos. Simplemente el recién apestado “cae de la gracia del grupúsculo” y sale del partido. ¿Cuándo ingresa, otra vez? Dependerá de muchos factores, por supuesto. Aunque ninguno relacionado con la capacidad o los conocimientos, menos aún con la meritocracia del “nuevo olvidado”.

Mientras el exilio –impuesto o autoimpuesto a la fuerza– mantiene fuera de la jugada a ese creciente puñado de “desgraciados”, el “grupúsculo” dirige a las organizaciones con base en “tú me caes bien, toma; tú no, ¡toma!”. Es un grupito que discierne igual que un niño en juguetería; que un glotón en pastelería. Bien dice la voz popular: “Mientras no está el gato retozan los ratones”. Otro problema es que los “cuates del grupúsculo” –por mucho que son inflados artificialmente con encargos y tareas que por su cuenta y nombre particular nadie les pediría (chambones que presentan, escriben y opinan de todo)– nunca terminan de dar el ancho y dañan más de lo que ayudan.

¿Por qué? Porque la gente no es tonta. Todo mundo sabe quién es el compadre de quién, la amiga (o) de quién y el (o la) íntima de quién. Relaciones, y no méritos, hacen que las personas desempeñen un rol u otro en las organizaciones. El grave problema es que pasa descaradamente en todos los ámbitos (en la política, en las empresas, las asociaciones, los sindicatos, las universidades...).

La sociedad mexicana (como si sus problemas actuales fueran pocos) tiene que lidiar con una prima hermana de la corrupción y la impunidad. ¿Su nombre? “Caer de la gracia”. Un mal que, como la mayoría de los cobardes, pega sin avisar. Lectora querida; estimado lector... Informen cuando caiga de su gracia.

* El autor es abogado, periodista y consultor de empresas. También es miembro de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA) y profesor de posgrados en Alta Dirección en la UNAM, EBC, ICAMI y HC Escuela de Negocios.