Por Gerson Gómez
Sus letras solo hablan de sexo, de fidelidad a la familia, de mover kilos de merka y de venganza si les quedan mal.
Las barberías son sus centros de reuniones. Donde intercambian experiencias, letras para las melodías y se dan un toque de cannabis.
Sus cervezas ultras, las pantallas planas y los dispositivos móviles conectados a la carretera de la información.
Son viejos a los 21 años. Ya vieron caer a muchos de sus camaradas. A los más locos y a los temerarios. Para ellos queda el ligue. El olvido de la ex sin reproche. Pasear hasta altas horas de la mañana.
Ya el Cártel de Santa y sus apéndices de colaboradores, son la vieja escuela. Van de salida para la tropa de Guanatos y del Santa Fe Klan.
Apenas cubren los gastos de la paternidad acelerada. Dos o tres hijos regados con sus ocasionales parejas.
Sueñan les firme una disquera independiente. Los incluya en el masivo o en el festival de moda, de la nueva música urbana.
Depilada la ceja, las frases sintéticas, la risa salobre y la ropa negra holgada.
Así van los hijos de la Santa Grifa. Atragantados con el unicornio de la vergüenza y la imposibilidad social.
