Las red flags de la mentira

Por Gerson Gómez

Aprendieron a inventar paraísos artificiales. A dejarse seducir por personas dudosas y cuestionables. Las invitaciones a reuniones y fiestas con quedadas.

En las zonas de la periferia de Nuevo León. Terrenos alejados. Círculos concéntricos de terracería. Abundancia de alcohol, fácil acceso a toda la variedad de substancias alucinógenas, sintéticas y de nueva generación.

Fresear era solo dar el toque al porro. Albercas con colores de bebidas infantiles. Nada de asepsia. Lo importante para pasarla bien. Más vale pedir perdón a solicitar permiso.

Profesionales de la inocencia simulada. Bañadores con menos tela. Provocación a la indecencia. 

Los nuevos lobos en sus camionetas sin papeles. A la vida se viene a divertir. Quienes tengan miedo mejor se queden en casa a vestir santos o a rezarle a San Antonio.

Para la tercera vuelta del carrujo, en el cuarto vaso de aguas locas, la mayoría ya se lanzó a la parte profunda de la piscina.

Parejas ocasionales besan, deslizan las manos por debajo de los bañadores. El sereno de la noche en su esplendor. Aquí arde la testosterona y la libido de algunas pastillas controladas. Liberadas pasan al sanitario por parejas. 

Son belicosas y los corridos tumbados las contagian a demostrar la fingida independencia. Para los dispositivos móviles los mensajes y llamadas de sus tutores, no podemos escribirles como padres, llenaron el buzón.

El patrón nos dio permiso. Se vienen los agarrones con la contra en Laredo, Matamoros, Reynosa y toda la frontera chica. Ya nos estamos metiendo en las brechas de Nuevo León. Al rato nuestro producto será el único.

Somos la tropa del infierno. Ellas, ya se amachinaron. Suben y bajan con sus ingestas regaladas por sus pares. Encerradas, hasta pardear la mañana. El convoy de camionetas sale de Portal de Zuazua o Salinas Victoria.

Ellas, las nuevas feministas, piden servicio de taxi por aplicación. Pasan por barbacoa. Mejor llegar con alimentos. La represión con hambre se les va a olvidar.