Ni ola azul ni tormenta roja

Por Gerson Gómez Salas

La lectura de sus centros urbanos fue determinante. Incluso en los estados donde se alzó con el triunfo.

El martes por la noche, los indexados de Venezuela, los abandonados de Cuba, celebraron en adelanto una victoria pírrica.

La colérica mente de los pares de FRENA mexicano, en el exilio, se dieron baños de triunfalismo.

A ellos la palabra comunismo les repatea. Produce espirilo de memoria. Los republicanos perdieron gran parte de sus triunfos en las ciudades capitales de la nación norteamericana.

Donde los niveles de bienestar, de trabajo y de estudios salieron a decir no a cuatro años más del oligarca deslenguado y cínico.

En Nueva York el 75% votó en su contra. Lo consideran el peor presidente de toda la historia. Se lleva de calle hasta al polémico Nixon.

Los Demócratas representados por el color azul tiñeron en las urnas el final de una nebulosa de improperios.

Movilizaron las familias de las nuevas mayorías. A todos aquellos a quienes los cuatro años de violencia, racismo, contaminación de la investidura presidencial y de la altanería de un personaje siniestro.

La frágil victoria sistémica es una llamada de atención. Para las elecciones europeas y latinoamericanas. Adiós al Mal Hombre. Cuidado con los extremismos de una américa ignorante, despótica y endogámica.