En Morelos

La selección nacional abandonó su lugar habitual de concentración situado en el sur de la Ciudad de México, para trasladarse a la bella capital del estado de Morelos, Cuernavaca, para trabajar con miras a los encuentros del Hexagonal Final de Concacaf ante Costa Rica y Trinidad y Tobago.

El mejor clima del mundo, por el rumbo de Sumiya, dio la bienvenida al tricolor y las prácticas en campo las realizaron en el estadio Centenario, cuya cancha fue dejada como mesa de billar, así que mejor no se puede.

Se dice que un grupo de seleccionados, la mayoría de ellos jugando en el viejo continente, platicaron con el técnico Juan Carlos Osorio para solicitarle ya no entrenar a la altura de la capital de la república. Según ellos, al jugar en Europa casi al nivel del mar, la supuesta ventaja de la localía en el Azteca se esfumaba cuando era precisamente a ellos a quienes cobraba el impuesto ese tema.

La cosa es que lo convencieron y desde el lunes habitan tierras morelenses, haciendo las delicias de la afición y convirtiéndose en una pesadilla para el grupo de vigilancia del hotel puesto que la fanaticada se las ingenia para colarse y así obtener la preciada foto o el ansiado autógrafo.

El pasado miércoles fuimos citados al hotel de concentración para grabar algunas escenas promocionales con los jugadores del tricolor. Noté a un grupo unido, relajado, pero a la vez consciente de la obligación de obtener a la brevedad el boleto al Mundial de Rusia para, de esa manera, poder enfocar con toda tranquilidad los compromisos veraniegos como son la Copa Confederaciones y la Copa Oro.

Respecto al tema de la altura y sus repercusiones debo confesar que me parece una verdadera jalada, pero la audacia de mi comentario es prima hermana de mi ignorancia. Hay quien opina que es cierto, otros que no, la cosa es que como ciudadano de Cuernavaca, me sentí muy contento de que el llamado “equipo de todos” sentara sus reales en esta mi tierra adoptiva.

El viernes los ticos visitan el Coloso de Santa Úrsula buscando hacer daño. Ya ganaron una vez en lo que se conoce como el Aztecazo, pero creo que las circunstancias de ambas selecciones son muy diversas a las de aquella ocasión. México debe ganar sin problemas.

Luego viajarán a Puerto España para medirse ante la peor versión en años de Trinidad y Tobago. De traerse a casa el botín completo, los pupilos de Juan Carlos Osorio estarán muy cerca de poder echarse un vodka con harto hielo.

Otra cosa que me impresionó fue constatar en vivo y a todo color el tremendo estado físico de los futbolistas mexicanos, en especial el de Rafael Márquez. Creo que el Patrón, como le llaman sus compañeros, no tendrá problema para llegar a su quinto Mundial y estoy seguro que de lograrlo, será porque entrenó… en Morelos.