En su día y en plena pandemia, niños sobreviven pescando

Por Ángel S. Cortés / Notimex

Algo huele mal. El olor es penetrante. En una de las orillas de la presa Lázaro Cárdenas, Lupe alista la tara en que echarán las mojarras que piensan pescar.

A su lado están Juan y Pedro. Revisan la embarcación ya desgastada por el tiempo. El piso se ve frágil.

El olor es más intenso. El agua está contaminada, esta presa surte de agua potable a Huajuapan de León, lo malo es que el líquido retorna como agua residual y pluvial. Llega con basura y lodo, de ahí el olor fétido.

Es Día del Niño, pero estos pequeños de entre 11 y 12 años, tienen objetivos ajenos a la fecha: Trabajar.

Temprano salen de su casa, se pasan horas bajo los rayos del sol esperando sacar algunas tilapias para venderlas y ayudar en los gastos de la casa.

Trabajo infantil, matrimonio a temprana edad, embarazo no planeado, migración y falta de oportunidades, son solo algunas de las causas por las que niños y niñas de zonas rurales abandonan la escuela.

Oaxaca registra la tasa de abandono más alta en primaria con 7.1%, que es aproximadamente seis veces mayor a la de todo el país, seguida por Michoacán con 3.2%.

Guadalupe es el capitán de la vieja panga. No cree en el coronavirus, a él le mueve más el hambre y las ganas de ayudar a su mamá, quien se gana la vida “echando” tortillas. Esta pandemia no le ha quitado el sueño, sigue firme su deseo por construirle una casa, quiere ser arquitecto.

SIN SANA DISTANCIA…

La Sana Distancia no ha llegado a estos pequeños, que por regla tienen vender el pescado, apartar para el Internet y lo demás dividirlo en partes iguales.

No hablan de dejar la escuela, pero la educación a distancia les agrada, aunque nomás van un día a un Café Internet para copiar las tareas y hacerlas, sin embargo, algunas de las lecciones no las entienden.

De acuerdo con cifras del INEGI, el trabajo infantil es un fenómeno predominantemente masculino. De los 2.3 millones de niñas y niños ocupados en una actividad económica, 1.6 millones son niños, con una tasa de ocupación de 10.8%, en tanto que el monto de niñas ocupadas asciende a 697 mil con una tasa de 4.8%. 

El instituto advierte que cualquier actividad laboral a temprana edad tiene un efecto negativo en el desarrollo físico, psíquico, educativo y social de las niñas y niños, pues constituye un obstáculo para el disfrute de sus derechos, entre ellos y de gran trascendencia, el de la educación.

La condición, señaló el INEGI, de asistencia escolar marca diferencias entre los dos grupos que conforman el trabajo infantil no permitido; 17.9% de quienes están por debajo de la edad permitida no asisten a la escuela, situación que se presenta en 55.1% de las niñas y niños ocupados en trabajo peligroso.

COMER ANTES DE COVID-19

Pedro ya se acostumbró al mal olor. Es la presa, dice. Apenas sacaron unas mojarras, saldrá algo, pero estuvo mal la pesca.

Arrastra los pies. Luce pensativo, trata de atajarse. Los rayos del Sol caen a plomo, queman. A él le gusta la escuela. Medita antes de responder que quiere ser maestro, tener un carro y enseñarles a los niños.

El Día del Niño es uno más, no pasa nada extraordinario. Ya se acabó la Pepsi, podría ser que compré otra, pero no espera que lo feliciten.

La realidad es cruda en Huajuapan. Con base en datos de la Dirección General de Población de Oaxaca (Digepo), en el rango de 5 a 17 años, se tiene que un 21% de adolescentes y niños que trabajan lo hacen porque hay necesidades en el hogar; de ellos, el 21% lo hace por ayudar y un 15% por dar una aportación económica.