Cuando llegue la oportunidad correcta

Por David Somoza Mosquera
Ya han pasado unos cuantos años desde la pandemia del covid-19 -cuyo estado de emergencia fue declarado por la Organización Mundial de la Salud en enero de 2020- y aún resuena una de las palabras más utilizadas en el mundo de los negocios durante ese tiempo: “reinventarse”.
Y es que reinventarse no es un proceso que deben emprender las empresas únicamente en momentos de crisis. El hecho es que cuando los negocios llegan a un tope, les urge buscar nuevas oportunidades, y no se trata de echar mano de algún conocimiento científico, sino de ver cómo se puede seguir haciendo lo mismo, pero de manera diferente, con un valor agregado, o dar un paso más audaz y crear algo nuevo.
Pero no hay que lanzarse a ciegas a reinventarse. Ni siquiera si las oportunidades que se presenten lucen a primera vista atractivas. Se deben analizar bien los pros, pero sobre todo los contras. Solo con la balanza en equilibrio en cuanto a saber qué puede salir bien frente a los obstáculos que se presentan es el mejor momento para comenzar a estudiar el cambio que se quiere experimentar.
Ahora bien, el cambio no implica solamente hacer algo diferente, sino también puede ser nuevo de lo que se viene haciendo. Normalmente, cuando las empresas comienzan a estudiar la implementación de nuevas estrategias, metas o productos lo hacen porque sienten que ya lo que debía dar el viejo modelo, lo dio.
Por eso no se debe demorar el proceso cuando se siente que se llegó a ese punto. La competencia puede aprovechar esa ranura que está abierta para entrar por ahí y ganarse el mercado que la compañía tenía cautiva.
Una de las maneras de superar ese momento de incertidumbre que pueda presentarse es buscando una nueva manera de presentar los bienes y servicios de la empresa, cambiando la estructura y, sobre todo, manteniendo informado al personal de lo que sucede, tomando en cuenta que el trabajo en equipo siempre será la mejor alternativa.
En ese paso importante que es reinventarse hay que pensar en todas las variables. Es decir, las propias y las externas. Analizar bien por qué se llegó a ese punto en que se están considerando los nuevos horizontes. O cómo se deben enfrentar los retos que se quieren alcanzar.
Por eso, como dijimos antes, la decisión más indicada es no irse de bruces. Es conveniente ir con paso firme, pero con la seguridad de que el riesgo a correr, así como al que se someterá a la empresa, será el mínimo.
Las decisiones deben, por lo tanto, tomarse luego de estudiar el mercado que se va a abordar, implementar los procesos y mecanismos que ayuden a alcanzar una mejor rentabilidad y asumir lo más pronto posible el proceso.
Las oportunidades de negocios no son difíciles, pero tampoco proliferan. Por eso es importante estar preparado para cuando la correcta llegue, aprovecharla. Es la vía más certera para reinventarse.

