Entrometido con Neil Peart: El acróbata de la batería

Por Mike Volta

La incursión al mundo musical, puede darse de muchas formas, particularmente, en mi caso, fue un inicio a través de la batería, y hablar de batería necesariamente es hablar del único, el gran, acróbata de la batería universal y gran genio de las letras de la banda canadiense Rush; el profesor Neil Peart.

Y fraseando un increíble post dada su sensible muerte ocurrida el martes pasado y dada a conocer el día viernes, de Leopoldo “Geddy Lee” Ordoñez me permito transcribir:

"Que noticia tan lamentable la muerte de Neil Peart. Para mí fue todo un gurú en mi formación musical de adolescente. Maestro virtuoso y metódico, pocas veces tengo un sentimiento de pérdida en el ámbito de la música, pero en este caso así ocurre ya que Neil Peart estuvo muy ligado a mis años de descubrimiento musical; y decantarme por la exquisitez de sus letras y ejecuciones en conjunto con sus compañeros".

Grande entre los grandes. Recuerdo cuando “Rush” era en mi casa sinónimo de música sin sentido, ruidosa, los gritos del bajista y cantante Geddy Lee, con demasiados decibeles para ser generados por solo tres individuos; cada uno con su genial virtuosismo.

Con Peart la elevación lírica me llevaba a lugares insospechados, siempre con su cadencia que te hace pedir más y de lo mejor en su clase.

A veces sentía, con orgullo que escuchar a Rush era elitista y si, lo era. No era para todos. Fui afortunado en encontrar a Peart y secuaces en esa etapa de la vida. Mis amistades estaban directamente enlazadas al gusto musical que representaba Rush y como me recordaron “pasamos excelentes veladas escuchando Rush” y si, en la sala, en el cuarto de uno, en la azotea, en la tienda de campaña, junto a la fogata. En las salidas a la casa de campo donde se hacían verdaderas veladas rituales de Rock, donde se educaba a los iniciados.

Peart siempre asombraba y en cada escucha se afianzaba más mi pasión por su desempeño, destreza y puritanismo ejecutorio. Un detalle más, el hombre detrás del “drum kit” siempre de aspecto ascético. No necesitaba máscaras, disfraces, alegorías de lugares comunes. Él como sus compañeros “de calle”.

Tuve la oportunidad de contemplarlos en un “eargasm” un par de veces y tener esa sensación de: “no seré como ellos, pero que bien que existen estos humanos para el deleite de los sentidos”.

Neil Peart

Ni hablar, el ciclo de la vida, unos se adelantan, para allá vamos todos.

Espero que él transite todo glorioso como en “Jacob’s Ladder”... cada vez que vea ese fenómeno atmosférico ahí estará Peart. Te recordaré como alguien que me diste gratos momentos cuando estaba rodeado de música fácil de escuchar y nadaba a contracorriente. Si, tu música no era para todos;  gracias por el privilegio de conocerte. Descansa en paz.

Un acróbata de la guitarra y una anti-estrella de Rock, su vida, su cultura, su metódico desempeño y constante educación, su tragedia personal, su lucha interna, su pasión, su triunfal regreso, su decisión incomprendida por los fans de renunciar a la banda que solo con este desenlace se explica.

Pocos cuestionaran su invaluable aporte al rock y siempre será reconocido y venerado como uno de esos genios irrepetibles que son elegidos como portadores de un gran Don y que aprovecharon cada bendito segundo de su existencia.

No habrá más, quizá por ahí surja alguien con el talento, pero no solo es eso, sino el temple para dominarlo, explotarlo y por supuesto gozarlo hasta el fin. Ojalá Dios pudiera darnos más Neil Pearts y se dejara de malumas y trakalosas.

Allá en el cielo hay muchas batacas; allá está libre el mismísimo Kraken con baquetas.

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