Es que es muy difícil apoyar al Peje

Por Un chairo fifí

Fue durante la mañanera del miércoles, no recuerdo bien quién era el reportero ni la pregunta exacta, solo algo relacionado con las boas, si tenían ponzoña o no.  Como la veterinaria no es su fuerte el presidente evadió los tecnicismos y mejor se puso a hablar de política, específicamente de su imagen en el Twitter y reconoció algo que dijimos aquí, en la columna pasada: Que la campaña antiobradorista en dicha red social está dando sus resultados. 

Es claro: en Twitter domina una percepción contraria al proyecto de Andrés Manuel López Obrador, es que el Peje tiene entre sus detractores a tuiteros poderosos y entusiastas, lo mismo actrices y cantantes de la fauna latina de Miami, que de voceros de las ONG, académicos cabilderos de las multinacionales, “influencers” mercenarios, políticos y periodistas con miles de seguidores acumulados por los años y potenciados por granjas de bots.  

Hace mucho que pasó la época dorada del Internet, ahora don dinero inclina fácilmente los alambres donde se posa el pajarito azul y otras redes sociales, es difícil saber qué tan fiel a la realidad del territorio es la imagen que se proyecta en Twitter, ¿cuántos votantes desilusionados, frustrados o agraviados se manifiestan de verdad?, ¿cuántos de los furibundos antiobradoristas son los mismos cartuchos quemados de siempre?

No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que la base social, el núcleo duro del obradorismo está intacto, incluso crece en esas comunidades que han recibido la inyección de dinero vía programas sociales, es gente agradecida y bien organizada o en proceso de estarlo, al margen de los partidos políticos, incluso al margen de Morena. 

Tampoco tengo pruebas ni dudas de que siempre es más fácil criticar que defender a un político, entre los fans del Peje ha bajado el entusiasmo, no es lo mismo estar en campaña que gobernar y estar sometido al escrutinio de todo.

No los culpo, la militancia de nivel raso es una actividad difícil e ingrata, implica pelearte con tus primos de Querétaro, que te mienten la madre en Twitter, caerle gordo a varios amigos en el “feis”, que los otros padres de familia en la escuela de tus hijas te miren como un enajenado y que tus vecinos se guarden en tu presencia sus comentarios de política porque "luego, luego te aceleras", o aún peor, que te reclamen porque bajó el peso, cayó el petróleo o te pidan que pongas las manos al fuego por Manuel Bartlett.

Un obradorista de hueso colorado está acostumbrado al vituperio, a la incertidumbre, a la derrota, a las lecturas entre líneas y en pensar a largo plazo, pero no se puede pedir el mismo nivel de compromiso a todos los votantes y simpatizantes de Obrador, es demasiada responsabilidad para alguien que ni siquiera votó tan convencido, que simplemente estaba harto de los gobiernos del PAN y del PRI, que votó bajo la regla del menos peor. También hubo pragmáticos que votaron por el que a todas luces iba a ganar; bases del PRI desilusionadas de que Peña Nieto no les salpicó más que mala fama.

También está la clase media alta y aspiracional, de humor fugaz y que tanto trabajo le costó a Tatiana Clouthier convencer en 2018, era previsible que serían los primeros en bajarse del barco.

Y qué decir de las Organizaciones de la Sociedad Civil, activistas profesionales, artistas y académicos con un discurso de izquierda que no se esperaban que les cerraran la llave del presupuesto público; o qué tal los burócratas que, conscientes de las malas prácticas del pasado, votaron por López Obrador y al llegar la Cuarta Transformación fueron los primeros en perder el empleo. Ironías de la vida, crudeza de la política, karmas propios de ejercer el poder que la 4-T tendrá que ir arrastrando como las cabezas en la conciencia de Robespierre. 

Lo que vemos en más de un año y pico de gobierno, tampoco es sorprendente, ni hiere a López Obrador de muerte. El presidente sigue teniendo el control de la agenda, un bloque opositor articulado es necesario para darle algo de juego a los partidos políticos, a los que no les queda más que cazar los votos de los desencantados para reconstruirse en las elecciones intermedias.

Queda la duda si desilusionados la 4-T son recuperables, ¿se manifiestan a pie o en automóvil, tuitean o guardan silencio?, ¿pasaron del amor al odio? O simplemente pintaron su raya para guardar sana distancia con el gobierno en turno porque no es “cool” apoyar abiertamente a cualquier político. Y si para los obradoristas es duro imagínense ¿qué sentirán los que deben apoyar abiertamente a Calderón, Anaya, o Meade? Esa sigue siendo la ventaja electoral y política de Andrés Manuel López Obrador, pero es fugaz, por eso, en la mañanera del miércoles les recordó a sus seguidores que las redes sociales siguen siendo benditas y les pidió no desanimarse ni desconectarse del Twitter.
 

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