La crisis del cine mexicano entre los temas de la nueva novela de Juan Villoro

Por Kevin Aragón 

Después de nueve años, Juan Villoro está de vuelta al género de la novela con su nuevo libro La tierra de la gran promesa, el cual se presentó, por primera vez de manera presencial, en la Sala Roberto Gavaldón de la Cineteca Nacional. 

Fue un emotivo evento, no sólo porque Villoro pudo reencontrarse con sus lectores, sino porque la historia de esta institución —encargada de preservar y proyectar lo mejor del cine nacional e internacional— es el punto de partida de esta nueva narración. 

Todo empieza con el incendio de la “Primera Cineteca”, el 24 marzo de 1982, que es uno de los momentos significativos en la vida del documentalista Diego González, protagonista de la novela, quien en el presente tiene como particularidad el hablar en sueños. 

Su esposa, joven sonidista, tratará de descifrar su monólogo onírico que llevará al lector a conocer el pasado de Diego: su tránsito como parte de la generación de cineastas que carecieron de apoyos durante el gobierno de López Portillo y su experiencia con el mundo del narcotráfico en México —la cual le traerá consecuencias peligrosas en el presente— al haber hecho un documental donde entrevistó a uno de los capos de la droga más peligrosos de México. 

Sobre la temática cinematográfica de la novela, Alejandro Pelayo, director general de la Cineteca Nacional, celebró la capacidad de Villoro por hacer un gran trabajo al recorrer uno de los pasajes más oscuros de la historia del cine mexicano y de la que él mismo formó parte: “Este libro es entrañable porque es un retrato de la generación de cineastas de los ochenta, que es una generación de la crisis, porque ya no había cine estatal y el cine privado se iba por el lado de las ficheras y la narco frontera. Era muy difícil filmar.” 

Por su parte, la crítica de cine, Fernanda Solórzano, resaltó una de las características de la novela que toma como centro la idea mexica del fuego como símbolo de la recreación cíclica y que, en este caso, a través de la escritura da orden al caos. “Quizás este libro es la pieza que nos faltaba para, a través del mito, reconciliarnos con una de las muchas tragedias de los años ochenta en México, digo muchas porque vinieron más.” 

Además, Solórzano confesó que con esta publicación se puede resolver una de las preguntas que más le habían consternado al saber de cineastas y otros artistas que documentan o retratan la violencia en México y que pueden seguir con sus vidas. “Para Diego, el cine se convierte en ese lugar en el que puede lidiar con la muerte. Ahora entiendo que los derrumbes de los creadores se vuelven más tolerables si se vierten en una obra”. 

En su participación, el cineasta Leonardo García Tsao aprovechó para denunciar la impunidad que persiste hasta nuestras fechas por esclarecer los hechos del incendio de la antigua Cineteca, la cual no parece haber sido accidental, sino obra del sabotaje con una explosión.

 “En cierta forma ese incendio ha sido el equivalente cinematográfico del 2 de octubre de 1968: un hecho nunca esclarecido de manera oficial, tal vez provocado por fuerzas oscuras dentro del propio gobierno, hubo un grupo indeterminado de víctimas y las autoridades se esmeraron en darle consabido carpetazo al asunto de manera eficiente, tan eficiente que el 24 de marzo sí se ha olvidado”. 

Sin embargo, Juan Villoro ahondó en el sentido simbólico del fuego y explicó que en realidad esta novela no trata de investigar este suceso, sino que es el fuego distante, el fuego que todo lo calcina y que al no haber sido resuelto llega hasta el presente de los personajes. 

“Desde el 82 me quedé pensando en qué sucedería con nuestra generación que se aprestaba a hacer cine en un momento donde todo conspiraba contra el cine. Quedó como un momento pendiente y me pregunté qué es lo que se va a seguir calcinando con el tiempo.”

El escritor y periodista comentó que, si bien la novela trata muchos temas —entre ellos el reflejo de la violencia y la realidad política contemporánea mexicana, el amor, la rivalidad y el odio— la experiencia del cine mexicano es fundamental, misma que quizá tiene que ver con la “vocación cancelada” de Villoro por estudiar cine.  

La tierra de la gran promesa, que irónicamente toma su nombre de la última película que se proyectó en la “Primera Cineteca”, está ya a la venta bajo el sello Peguin Random House.