Qué triste es de pronto ver tu MySpace… ¡Feliz Día del Emo!
Por Brandon Díaz de León
“No era una etapa, mamá” es una de las tantas frases que han sonado en los últimos años por parte de todas las personas que formaron parte del movimiento emo a inicios de los 2000 en México, aunque su origen se remonta algunos años atrás.
El origen
El emo nació a mediados de los años 80 en Washington D.C. como una derivación del hardcore punk llamada emotional hardcore. A diferencia del punk más político y confrontativo, esta escena se fue por letras mucho más personales, cargadas de emociones y vulnerabilidad. Bandas como Rites of Spring y Embrace fueron clave para sentar las bases de un sonido que, sin darse cuenta, estaba iniciando un movimiento que crecería con el paso del tiempo.
Poco a poco llegó a más oídos
En los años 90 empezó a transformarse. Sin perder su esencia, se volvió más melódico y accesible, mezclándose con el rock alternativo y el indie. Esta etapa ayudó a que el género saliera de lo underground para comenzar a llegar a más escuchas. Bandas como Jimmy Eat World jugaron un papel importante en esta transición, acercando el emo a un público más amplio marcando el camino para lo que sería en la siguiente década.
Movimiento global
La explosión definitiva llegó en el nuevo milenio, cuando el emo dejó de ser solo un estilo musical y se convirtió en una identidad cultural. La música se acompañó de una estética muy reconocible: ropa oscura, flecos, delineador y una fuerte conexión emocional con las letras. Grupos como My Chemical Romance y Fall Out Boy encabezaron esta era y llevaron el movimiento a escenarios masivos y a una audiencia global.
Los emos en México
Los jóvenes mexicanos no tardaron en adaptarse al movimiento que era musicalizado por bandas como PXNDX, Thermo, División Minúscula, Allison, Nikki Clan, Finde y Delux, aunque claro, con letras en español que mantenían la esencia de letras directas cargadas de vulnerabilidad. Pero el emo en México fue más que música, ya que también se volvió una forma de identificarse y de pertenecer.
Emos vs punks
La Glorieta de los Insurgentes del entonces Distrito Federal vivió en marzo de 2008 uno de los momentos más recordados dignos de aparecer en las monografías. La confrontación tenía un trasfondo cultural: muchos punks veían a los emos como una subcultura “comercial” y emocionalmente vulnerable, mientras que los emos eran blanco constante de burlas por su estética y sensibilidad. La mayoría de los asistentes no buscaban pelear, sino observar, defender su identidad o simplemente formar parte de un momento que ya se había vuelto viral antes de que esa palabra fuera común.
Hicieron lo que la policía no pudo
La intervención inesperada llegó gracias a un grupo de Hare Krishna, que logró dispersar la pelea invitando a los jóvenes a unirse a ellos. Esta acción logró terminar el conflicto de manera pacífica y sorpresiva, desactivando una situación que podría haber sido mucho más grave. No hubo cifra oficial sobre heridos, aunque se especula que fueron 12 con golpes no tan graves.
