La nueva era de Depredador ofrece una aventura salvaje y brutal

Depredador Badlands renueva a la franquicia en una brutal producción de batallas colosales

Por Alejandro Ávila Peña 

Ciudad de México. - La franquicia de Depredador vive una nueva era bajo la dirección de Dan Trachtenberg, quien desde “Depredador: La Presa” (2022) demostró entender la esencia brutal y tensa de estos cazadores alienígenas. Ahora, tres años después, regresa con “Depredador: Tierras Salvajes” (2025), una entrega que reafirma su dominio sobre el universo Yautja y que promete mantener a los espectadores al borde del asiento.

Protagonizada por Elle Fanning como el androide Thia y Dimitrius Koloamatangui en la piel del Yautja Dek, la cinta se desarrolla en un planeta hostil donde las criaturas titánicas acechan a cada paso. Dek, un guerrero que busca recuperar su honor cazando una bestia imposible de abatir, se une a Thia en una alianza improbable que mezcla humanidad y ferocidad. A lo largo de su travesía, ambos enfrentarán enemigos colosales en un espectáculo visual que, sin duda, merece verse en la pantalla más grande posible.

Un espectáculo Salvaje


Trachtenberg logra un equilibrio entre acción visceral y momentos de introspección. El director humaniza al cazador alienígena, mostrando vulnerabilidad y emoción sin traicionar la épica espacial. Este matiz otorga profundidad a una saga que, durante años, se había centrado únicamente en la brutalidad.

El apartado técnico es impresionante; el diseño de las criaturas resulta grotesco y fascinante, mientras que el sonido —entre rugidos, espadas y explosiones— potencia cada secuencia de combate. No obstante, el CGI constante puede restar impacto en algunos momentos, dejando claro que los efectos prácticos aún podrían aportar mayor realismo.

“Depredador: Tierras Salvajes”, llega este 6 de noviembre a salas de cine, siendo, en definitiva, una muestra del renacer de una franquicia legendaria. Dan consolida su buena racha con una cinta que combina acción despiadada, personajes entrañables y una historia que, aunque salvaje, deja espacio para la emotividad, siendo una experiencia brutal que recuerda por qué seguimos fascinados con estos cazadores del cosmos.

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