Miguel Ríos: El rock no sabe de jubilaciones

Foto: Cortesía de Javier Salas

 

 

Por Carlos Meraz

Mick Jagger, el incansable vocalista y líder de la veterana banda The Rolling Stones, sentenció: “Cuando cumpla 33 años, me retiro. Ese es el momento en que el que un hombre tiene que dedicarse a otras cosas. No quiero ser una estrella de rock durante toda mi vida”. 

Pero 50 años después, el bocón británico ha dejado claro que en el rock no hay cabida para planes de retiro. Algo que experimentó el español Miguel Ríos, cuya publicitada jubilación de los escenarios en 2010, con el tour Bye, bye, Ríos, su cesantía se interrumpió en plena pandemia, en 2020, y se reintegró al mercado laboral de la música con su decimoctavo álbum Un largo tiempo, una grabación de “austeridad espartana”, donde incursionó, por primera vez en 60 años de carrera, en el formato acústico y sin incluir batería.

Así, con 78 tacos a cuestas, el legendario rockero granadino borró de su vocabulario el término jubilación, y está de vuelta con el ánimo de un chaval con la gira Un largo tiempo, basada en el disco homónimo, el próximo 7 de octubre en el Auditorio Nacional, con su nuevo grupo The Black Betty Trio.

“Había pensado en esa leyenda de Too old to rock ‘n’ roll: Too young to die! (¡Demasiado viejo para el rock: Demasiado joven para morir!, alusiva al título del álbum homónimo de Jethro Tull de 1976) y cuando cumplí 65 años pensé que era una buena edad para retirarse. Tenía el encargo de hacer un libro de memorias con Editorial Planeta (Cosas que siempre quise contarte) y creí que la literatura podría ser un sustituto a la música, ya que me entretuve mucho esos tres años que estuve escribiendo la autobiografía.

“Pero seguía cantando en colaboraciones, conciertos solidarios, tenía la sensación de que debía devolverle a la gente parte de lo que me había dado”, explicó.

EL ROCK, CON SALUD DE HIERRO

Ante el boom global del género urbano y la publicitada inminente muerte del rock, Miguel Ríos —autor de aquel tema El rock no tiene la culpa, incluido en el disco La encrucijada de 1984—habló del actual estado de salud del rock.

“El rock goza de una salud de hierro... Lo que pasa no es por culpa del rock sino de la sociedad. El urbano es una música que requiere menos compromiso y no requiere militancia. El entretenimiento ha ganado por goleada... Pero todo en estos tiempos en pendular”, advirtió.

Recientemente reversionó su emblemática canción Santa Lucía con el Mariachi Imperial Azteca, que además fue parte de la banda sonora de la película Un retrato de familia.

La balada original de 1980 e incluida en el álbum Rocanrol bumerang esta vez fue producida por Sergio Vallín, guitarrista del grupo tapatío Maná.

LA PLAZA DE TOROS EN 1988 

Un año antes de la apertura del rock internacional en México, con la actuación de Rod Stewart en el estadio La Corregidora de Querétaro y tres del show de INXS en el Palacio de los Deportes, el primer concierto masivo de rock en la Ciudad de México fue el de Miguel Ríos con su gira Rock & Ríos, que abarrotó la Monumental Plaza de Toros México, el 29 de abril de 1988.

“Que Dios me devuelva la tormenta de ese día y también el valor del grupo mexicano Kerigma, que estaba ahí y no podía tocar, siendo los abridores, pues cuando volteaban los sintetizadores caían de ellos un torrente. Con ese diluvio yo tuve miedo por los músicos, no por mí pues yo iba con un micrófono inalámbrico.

“Lo padecí mucho, pero el público fue tan ejemplar y prendido que no había posibilidad de que algo saliera mal. Habían muchas ganas de recuperar una tradición que se había interrumpido por cosas que a mí se me escapan un poco, pero que no permitían que la juventud tuviera un crecimiento espiritual y poder social, que representaba el rock en aquel momento en el planeta. Tuve la suerte de ser el desencadenante y ser parte de esa bella historia”, concluyó.

Cortesía Javier Salas