No son buenos tiempos para América Latina: hacen falta programas de apoyo

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Por Moris Beracha

Javier Paulinich, en vísperas de concluir su período como secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe, ofreció unas declaraciones nada alentadoras. Aseguró que América Latina y el Caribe enfrentan su peor crisis económica y social de su historia contemporánea debido a la pandemia.

Lo más preocupante es que, tal como advirtió Paulinich al inaugurar el foro «Una hoja de ruta para la recuperación de las mipymes de la región en la postpandemia”, las acciones implementadas para contener la propagación de la COVID-19 “han puesto en evidencia la fragilidad de las economías de los países de la región”.

Las consecuencias de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe son alarmantes. De acuerdo con el SELA, el año pasado se perdieron más de 26 millones de puestos de trabajo en la región y 22 millones de personas pasaron a la condición de pobreza.

Ante esa realidad es imposible no estar de acuerdo con lo señalado por Paulinich: “Estas cifras son muestra de los grandes retrocesos en materia de conquistas sociales y del tamaño de los retos que enfrentamos para generar mayores niveles de prosperidad y mejores oportunidades para todos”.

Ahora, no basta con exponer el problema. La crisis en la región no es nueva y llegó el momento de buscar soluciones no solo por parte de los organismos multilaterales, sino también deben surgir propuestas concretas y viables desde los propios países. 

Más aun teniendo en cuenta que la actividad económica mundial muestra visibles signos de recuperación y mejoras en sus perspectivas, pero no se puede decir lo mismo de las naciones latinoamericanas, que viven un lento proceso de reactivación con numerosos riesgos e incertidumbres.

Prueba de ello son los pronósticos recientes del Fondo Monetario Internacional. Su previsión de crecimiento económico global para 2021 sigue siendo de 6%, igual que en abril de este año. Esto quiere decir que por ahora no prevé un retroceso. Sn embargo, eso aplica a los países más adinerados de América del Norte y Europa. Los emergentes y los pobres continúan enfrentado los efectos devastadores del coronavirus.

Así que es crucial -como lo han esbozado el SELA y el FMI- para poder mejorar desempeño de las naciones de la acelerar los procesos de vacunación, ensanchar las capacidades de los sistemas de salud y formular estrategias para contener la expansión de las nuevas variables del virus.

Pero también es fundamental la implementación de programas de apoyo al tejido productivo y de empleo, que surjan desde los propios gobiernos, para impulsar el crecimiento, facilitar la movilidad social y reducir la pobreza. De lo contrario, América Latina continuará rezagada en cuanto a desarrollo y crecimiento.