¿Será posible fomentar la inversión en América Latina en 2022?

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Por Moris Beracha

A pocos días de que finalizara 2021, concretamente el 27 de diciembre, el Banco Interamericano de Desarrollo anunció que había cerrado el año con casi 20 mil millones de dólares de nuevo financiamiento para Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, lo más relevante de la información era que tenía la mirada puesta en capitalizarse y fomentar la inversión extranjera directa en la región.

Se trata de metas bien ambiciosas, pero que para el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, son esenciales para ayudar a superar la crisis causada por el covid-19. La pandemia provocó en 2020 una contracción de 7% del PIB de América Latina, más de tres puntos porcentuales por encima del promedio mundial.

Tan convencido está Claver-Carone del éxito de su propuesta que aseguró: “Puedo decir con seguridad que no vamos a tener una década perdida en términos macroeconómicos. El PIB se está recuperando”. No obstante, no pudo evitar preguntarse: “¿Pero vamos a tener una década de oportunidades perdidas?”.

El gran desafío de su gestión es cerrar las “enormes brechas socioeconómicas” que hacen de Latinoamérica y el Caribe la región más desigual del planeta. Ahora, tarea fácil no es. Para poder apoyar un crecimiento “sostenible e incluyente”, que es crucial para la región, el titular del BID aboga por un nuevo incremento del capital del banco.

Y por eso apela a Estados Unidos –“Tiene una oportunidad única de fortalecer esta institución”, dijo- que con 30% de las acciones es el principal accionista del BID. Si bien un proyecto de ley que avanza en el Congreso estadounidense con respaldo bipartidista, que autoriza hasta 80 mil millones de dólares para capitalizar al BID, este todavía no se ha concretado y tampoco hay fecha para su aprobación.

Según el presidente del BID, durante los últimos 20 a 30 años Latinoamérica y el Caribe perdieron grandes oportunidades de desarrollo porque el mundo se volcó a China. Pero es de la opinión que los problemas de abastecimiento que trajo la pandemia abren una “oportunidad histórica” para revertir esa situación. 

Para respaldar su planteamiento recordó que dos tercios del litio del mundo está en Sudamérica. “China compra litio para fabricar baterías que luego vende a Estados Unidos. ¿Por qué no exportar directamente el litio de Sudamérica a México, hacer las baterías en México y luego enviarlas a Estados Unidos?”, señaló, a lo que agregó que esto reduciría no solo los precios, sino también las emisiones nocivas para el medioambiente y crearía muchos puestos de trabajo.

De hecho, atraer inversiones que generen empleos y desarrollo a Latinoamérica y el Caribe es uno de los mayores retos para BID. Sin embargo, toda la responsabilidad no puede recaer sobre este ente multilateral. Se requiere que los países de la región implementen políticas adecuadas para atraer esa inversión extranjera directa, aunque las preferencias ideológicas en algunas las naciones pueden espantar los capitales e impulsar su salida.

Para mitigar eso, el presidente del BID apunta a trabajar con todos los gobiernos “para ayudar a disminuir la preocupación de los inversionistas”, como ya lo está haciendo en Perú con el presidente Pedro Castillo. La pregunta es: ¿logrará ayudar a romper con los estereotipos y fomentar la inversión en América Latina en 2022? Habrá que estar atentos porque este año apenas comienza…