Impotencia, sentimiento de conductor del Metro tras suicidio

Por: Patricia Guillén

@patito1811

“En ese momento uno quisiera conducir un auto para poder frenar y detener las llantas o girar el volante, pero nada más se oye como patinan las llantas en los rieles que llevan 750 volts de corriente eléctrica, se siente mucha impotencia cuando el tren no se detiene. Uno entra en shock cuando el cuerpo de aquella persona ya no se ve enfrente, porque ya está entre las llantas”, relata un conductor del Metro ante el suicidio de una persona.

Datos oficiales revelan que en lo que va del año, 29 personas se quitaron la vida en el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro. De estas, cinco son mujeres y 24 hombres; la estación en donde existe el reporte con mayor número de casos es Insurgentes de la Línea 1.

Vestido con la típica gabardina con el logo del Metro capitalino, pantalón de vestir, camisa blanca y corbata, “Aarón”, un sobrenombre para mantener el anonimato, platicó a Diario de México que durante los casi 14 años que lleva como conductor del transporte se ha enfrentado “al difícil momento” en el que una persona decide suicidarse.

Hace tres años aproximadamente, en octubre del 2014, una persona de alrededor de 60 años de edad se aventó a mitad del andén de la estación Viaducto, afortunadamente  “Aarón”  lo vio desde lejos y alcanzó a accionar el frenado de emergencia; “y aunque uno quisiera que se detenga en ese momento, el tren no se para tan fácil por el peso”, dijo.

Gracias a que accionó el sistema de frenado a tiempo la persona no falleció, narró que en ese instante el adulto mayor exclamaba “¡que no me pase el tren, que no me arrollen!”.


“Es lo único que recuerdo, me decía que no le pasara el tren, pero ya se encontraba en las vías. Una vez que ya estaba abajo, aún estando en shock, hice el reporte al centro de control para cortar la corriente entre las vías. Yo no podía ver si seguía con vida pero unos usuarios y comerciantes me dijeron que aún se movía, nada más alcancé a ver una pierna. En esa ocasión la persona salió con vida ya que sólo le pasó un cuarto del primer carro”. 


Y ¿qué es lo que pasa le psicológicamente al conductor después de un caso como este? “Se siente mucha impotencia saber que no se pudo hacer más, después de saber que la persona salió sin ningún rasguño y sin la necesidad de tener que mover más el tren me llevaron al servicio médico y empecé a llorar mucho. Duré tres días soñando con cosas del metro, no podía ni subir de nuevo al tren, no salí de mi casa por tres días seguidos; cada vez que me dormía soñaba que arrollaba a una persona y me despertaba sudando; dependió mucho de mí fuerza de voluntad, fui al psiquiatra, estuve en incapacidad”, recordó.

“Aarón” mencionó “que es una gran responsabilidad manejar un convoy para resguardar la vida de cerca de tres mil usuarios, aunque su capacidad sea para dos mil. Mi trabajo va desde el cerrado de puertas y ver que no se quede nadie atorado, espejear constantemente antes de entrar a cada una de las estaciones, cerciorarse de que no haya nada ni nadie en las vías; en este caso, estar pendiente de que alguna persona quiera suicidarse, ya que en caso de no seguir dichas indicaciones y no frenar con anticipación, los conductores son sancionados, multados, despedidos o en su caso hasta pueden ir a la cárcel”.

“Hace poco castigaron a tres conductores porque una persona invidente cayó entre los vagones en la estación del metro General Anaya, el primero no se dio cuenta que había caído y siguió su camino, ya estaba muerto y vino un segundo tren que le pasó por encima. Si no hubiera visto a la persona me hubieran culpado a mí, por eso uno no debe ir distraído. Después me enteré  que el señor de 60 años que se  aventó a las vías del metro únicamente lo hizo porque no le quisieron comprar algo en el Walmart”, agregó.

“Aarón” recomendó a los usuarios a mantenerse de pie después de la línea amarilla, pues también han ocurrido casos en que los trenes han golpeado a personas que se encuentran en las orillas.