Por Gerson Gómez Salas
Se le obsequian dotes mágicas a la vuelta de hoja del calendario. Atrás quedan los días negros de un año convulso y sin parangón. El ángel de la desolación en cada uno de los continentes ha presentado su espada.
En un abrir-cerrar de ojos la despedida. Cenizas de una hoguera interminable. Los deudos de la sumatoria en el género humano. La pandemia, de continuar descontrolada, asumirá el control total de un 2021.
Lejanía de los adultos mayores. Los abuelos la población destinada a desaparecer. Países europeos, de alto grado de envejecimiento, brincaran al recuerdo de los predecesores.
Los héroes mundiales, el personal dedicado a la salud y a la investigación, reflejaran una navidad apocalíptica. Con minutos de silencio en evocación de los soldados de una batalla acelerada e invisible.
No serán los 15 dólares de una vacuna. Sino el protocolo de la desconfianza. De la prueba error. De los efectos secundarios. De la serendipia para establecer nuevas conductas sociales.
La bonanza de las empresas desarrolladoras del fármaco es la llave maestra. Una vida como la de antes. Con eventos multitudinarios, abrazos efusivos, romances a vuelo de miradas cruzadas.
Escuelas de puertas abiertas y oficinas sin la necesidad de filtros higiénicos. La natividad del 2020. El horror de las pesadillas y de lo onírico interminable.
