Por Gerson Gómez

Adalberto Madero conoce muy bien la bonanza. También, sin la necesidad de laborar, Patricio Zambrano.

Madero llegó a la alcaldía y el senado por el PAN. Fue la época de los neo. Donde el reparto de utilidades políticas lo posicionó. Sus adversarios provocaban burla por su defecto lingüístico. 

Incluso por su soltería a ultranza. Con todo ello, Adalberto desplazó a los candidatos del PRI. Les dejó bailando en la loma. Pancartas de ganamos se fueron a la basura de la historia.

Patricio Zambrano en las tres recientes elecciones ha participado como candidato a alcalde de Monterrey. Por el Partido del Trabajo tres regidores entraron a representar proporcional.

Zambrano tiene toda una vida de singularidades. En la sección privilegiada de sociales del Sierra Madre aparecía en los antros de moda. Sus familiares directos forjaron parte de la parte industrial de la entidad.

Su participación en la casa del Big Brother mostró el carisma de un millonario norteño. Luego su amistad con Irma Serrano y hasta gozar de horas de cuadro a nivel nacional. Con los escándalos y supuestos reveses de opiniones.

Madero amansó una fortuna al amparo de sus socios. Supo salir de los problemas del desfalco en el área de parquímetros. Robo hormiga imposible de cuantificar. Guardadito para fondear el ideal de la gubernatura.

La broma política de su personalidad con capacidades diferentes llegó a su final. De ahí en delante ha navegado por múltiples banderas. Casi siempre, las de reciente creación.

Ambos, Madero y Zambrano, tal vez alcancen el tres por ciento. Lo suficiente para sobrevivir a quienes los postularon a la alcaldía. Esas fracciones de votantes, son las necesarias por Adrián de la Garza y Mariana Rodríguez, los competidores reales, con dos proyectos tan diferentes, como para pensar en la siguiente elección gubernamental, la del 2027.

Importante: Este contenido es responsabilidad de quien lo escribe y no representa la línea editorial de Diario de México