No basta con ofrecer pronósticos, es necesario actuar

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Por Moris Beracha

A casi cierre de año, los organismos multilaterales vuelven a lanzar sus pronósticos sobre la economía mundial. Por un lado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) bajó sus expectativas de recuperación por varios factores de riesgo; mientras que el Fondo Monetario Internacional advirtió sobre el colapso económico de algunos países a menos que el G20 alivie su deuda.

Veamos los argumentos que cada uno expone para justificar sus proyecciones. Si bien la OCDE cree que la recuperación económica mundial va a continuar, tal como lo sostiene en su informe de “Perspectivas Económicas”, publicado el primero de diciembre, también ha dicho que sus expectativas al respecto son moderadas por varios factores de riesgo, entre ellos la inflación, los problemas de mano de obra y la amenaza de nuevas olas de contagio por la variante ómicron.

Es así como la OCDE redujo en dos décimas, a 5,6%, su previsión de crecimiento para el mundo en 2021. Ciertamente, no es un cambio muy marcado, sobre todo si se tiene en cuenta que al mismo tiempo aumenta en una décima sus expectativas para 2022, hasta 4,5%. 

Ahora, más significativas son las variaciones de las previsiones para algunos países, como es el caso de dos potencias: Estados Unidos y China. La OCDE, que ya había reducido hace casi tres meses sus estimaciones de crecimiento para la nación norteamericana, lo vuelve a hacer para dejarlas en 5,6% (cuatro décimas menos) y lo mismo ocurre con el gigante asiático que se queda en 8,1% (cuatro décimas menos). También baja sus expectativas de crecimiento para la zona euro en una décima y la ubica en 5,2%.

En Latinoamérica, una de las regiones más sacudidas por el coronavirus, la OCDE se enfoca en Argentina y mejora las perspectivas para este país con respecto a las de septiembre, con una subida de la actividad de 8% en 2021 (cuatro décimas más).

Los autores del informe concluyn que ante los pronunciados desequilibrios en la recuperación por países -los de bajos ingresos son los que más han perdido durante la crisis- la gran prioridad continúa siendo la vacunación. Las razones son obvias: es lo que va a permitir salvar vidas, mantener los ingresos, que las fronteras estén abiertas y que se levanten las restricciones.

Un día después de que la OCDE presentará su estudio, el FMI hizo lo suyo. La jefa de esta institución, Kristalina Georgieva, instó a las economías del G20 a ampliar y mejorar su iniciativa de alivio de la deuda externa, al advertir que muchos países podrían sufrir un “colapso económico” si no cuentan con esa ayuda.

De hecho, la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G20 expira a fin de año y, si no se renueva, varias naciones -según expuso Georgieva en el blog, coescrito con Ceyla Pazarbasioglu, directora del Departamento de Estrategia, Políticas y Revisión del FMI- podrían enfrentar presiones financieras y recortes de gastos justo cuando se extiende la nueva variante de coronavirus y se espera un aumento de las tasas de interés.

“Los desafíos de la deuda son apremiantes y la necesidad de acción es urgente. La reciente variante ómicron es un claro recordatorio de que la pandemia estará con nosotros por un tiempo”, enfatizó Georgieva.

Pero no solo ello es apremiante, el foco de los organismos internacionales debe estar puesto en las naciones más golpeados por la pandemia, que no son pocas. No solo basta con ofrecer pronósticos o realizar exhortos, es necesario actuar y concretar soluciones inmediatas. Y, sin duda, están en condiciones de hacerlo y pronto.