La doble vida de Julian Eltinge, la drag queen que conquistó Hollywood

Tomada de legacyprojectchicago.org

Redacción


Hace 142 años, un pequeño nació para convertirse en Julian Eltinge, una estrella única en su tipo responsable de llevar el drag a la gran pantalla a principios del siglo XX, pero a quien el sueño de Hollywood también le cobró un precio muy alto.


Corría el año de 1891. Butte, que hasta nuestros días sigue siendo un pacífico y pintoresco pueblo bordeado por bosques y lagos ubicado en Montanna, EEUU; vio debutar a sus tiernos 10 años a una de las máximas estrellas estadounidenses de la historia del cine y el teatro, William Julian Dalton, quien conquistó al público de las cantinas y salones locales actuando vestido con atuendos de niña.

 

Su padre, como podría esperarse, no habría visto con buenos ojos las cualidades artísticas del pequeño, al que su madre habría mandado de vuelta a su natal Boston con una tía para evitar su cólera. En esta ciudad, Julian estudió danza y perfeccionó el arte de la imitación femenina, práctica común en los espectáculos de vaudeville de la época, con la que comenzó a crecer su fama bajo el nombre de “Eltinge”.

 

UN EPÍTOME DE FEMINIDAD

Aunque sólo es necesario ver los retratos de Julian Eltinge en drag para apreciar la belleza y elegancia de su personaje, cabe destacar que su apariencia y capacidad para interpretar ademanes femeninos fueron elogiadas por los críticos teatrales de la época, quienes aseguraban que conseguía sumergir de forma única a sus espectadores en una “fantasía” de feminidad de la que sólo eran arrancados cuando se quitaba la peluca sobre el escenario.

 

En 1904 Julian consiguió debutar en Broadway como parte de un show de vaudeville, donde le dio un giro a su acto cuando comenzó a cantar, aprovechando que poseía una voz de contralto, lo cual aumentó aún más su popularidad. En poco tiempo habría conseguido encumbrarse como uno de los artistas mejor pagados del espectáculo, ganando hasta 5000 dólares por semana y logrando incluso, en 1906, cruzar el océano para presentarse en la residencia real de Windsor ante el rey Eduardo VII de Inglaterra

 

Coincidiendo con los albores de las grandes producciones cinematográficas, el siguiente paso de su carrera en ascenso fue incursionar en el cine silente, en 1914, con las adaptaciones de dos comedias que ya había interpretado en Broadway: "The Crinoline Girl" y "Cousin Lucy". Posteriormente llegaría su primer gran papel en 1917 con la cinta “The Charming Contess” junto a Florence Vidor, convirtiéndose en la primera drag queen estadounidense en ser inmortalizada en el celuloide.

 

Como cereza del pastel en 1912 se inauguró nombrado en su honor el Eltinge 42nd Street Theatre de Manhattan, bello edificio que permanece hasta nuestros días pero ahora como parte de los multicines AMC Empire.

 

EL HOMBRE DETRÁS DE LA DIVA

Sin embargo, contrastando con la dama de delicada silueta que encantaba en el escenario, en lo que dejaba entrever de su hermética vida personal, Julian se esforzaba por aparentar una imagen hipermasculina de bebedor, mujeriego y soltero codiciado, quien incluso estuvo comprometido con varias mujeres y habría retado a pelear al boxeador profesional “Gentleman Jim” Corbett; aunque se cree que todo esto habría sido para ocultar que era un hombre gay, situación que le habría costado la carrera.

 

Para la década de 1920 Julian, que alternaba sus funciones en Broadway y las filmaciones, ya se había convertido en un ícono cultural amado y deseado por hombres y mujeres, que tenía su propia marca de crema facial y su propia revista, donde brindaba consejos de belleza y moralidad (muy en consonancia con los prejuicios y misoginia de la época) al público femenino.

Entre sus logros en la gran pantalla destacan el haber coestelarizado con figuras de la talla de Rodolfo Valentino y Mary Pickford, interpretando siempre papeles donde el héroe se veía forzado a travestirse y conseguía engañar a todos. 

Desgraciadamente, su rutilante estrella dejaría de brillar pronto.

 

HOLLYWOOD NO PERDONA

La gran crisis del 29 afectó profundamente a la sociedad, que dejó de asistir a los espectáculos de vaudeville, para entonces ya de por sí en declive, a lo que se sumó que para estos años Julian ya contaba con más de 40 años, había aumentado de peso y padecía de alcoholismo, motivo por el cual dejó de recibir llamados para aparecer en películas, problema al que se enfrentaban sus colegas femeninas en la industria por no parecer lo suficientemente jóvenes. Su último personaje en drag llegó en 1931 con el filme “Maid to Order”.

Posteriormente habría intentado entonces comenzar a aparecer en pantalla interpretando personajes masculinos, pero no habría logrado captar la atención del público. 

En este punto la aparición del Código Hays, a mediados de 1930, y sus prohibiciones para con la sexualidad y las representaciones de género sólo vinieron a poner el último clavo en el ataúd de su carrera fílmica. Su última película fue el musical “If I Had My Way”, de 1940, una comedia musical de Bing Crosby en la que hizo un papel secundario interpretándose a sí mismo.

El recrudecimiento de las acciones contra la homosexualidad también jugaron en contra de su trabajo como imitador femenino, que progresivamente fue menos visto como una profesión y fue más vinculado a la población LGBT, afectando también sus presentaciones en vivo, a tal punto que en una función dada en Los Ángeles las autoridades le impidieron actuar con vestimenta de mujer, obligándolo a cantar sus números sin caracterización y mostrando en su lugar los vestuarios que hubiera usado.

 

La vida de Julian Eltinge terminó en 1941 debido a una hemorragia cerebral, después de dar un show, sin embargo su salud se había deteriorado debido a problemas cardiacos y renales, estos últimos posiblemente provocados por los apretados corsets que le dieron su icónica figura.

 

MFDO.