Lecciones de las elecciones

Cuatro elecciones recientes (la presidencial en Estados Unidos, la salida de Inglaterra de la comunidad europea, el rechazo en Colombia para llegar a un acuerdo de paz con las FARC y el triunfo en segunda vuelta de Emmanuel Macron en Francia) demostraron algo: las encuestas no predicen el futuro.

Los resultados preliminares de las elecciones a gobernador en Coahuila, Estado de México y Nayarit nos demuestran otro elemento: ya no hay claros ganadores y perdedores. En las democracias modernas (en las que existen dos o tres opciones reales) las competencias son reñidas y los resultados apretados. Sin embargo, siempre debe haber ganadores y perdedores. En México, aún aprendemos sobre esto.

A continuación la explicación: independientemente de que la Ley Electoral señala el momento en que debe dar inició el sistema de conteo preliminar (PREP), se deben publicar cortes informativos con la debida periodicidad.

Aunque aún no se da el cómputo y difusión de los resultados finales (esto ocurrirá hasta el miércoles) en los estados mencionados por lo menos dos partidos se declararon ganadores antes de tiempo, intentaron dar un “madruguete” mediático. Esto demuestra que nuestro sistema democrático continúa consolidándose.

Ya respetamos el derecho de los ciudadanos para acudir a las urnas y emitir su voto libremente (aún no sancionamos los apoyos de gobiernos o partidos y coacción de voto previo a la llegada a la urna). Si cubrimos el requisito de tener entes autónomos, el Instituto Nacional Electoral así como los órganos electorales en cada estado.

Aún no logramos reconocer que en toda elección alguien gana y alguien pierde. Rechazamos que el partido con el que simpatizamos, al que pertenecemos o encabezamos, puede perder. Existe la costumbre de descalificar sistemáticamente los resultados que no nos favorecen. No se puede celebrar una victoria (aunque sea cerrada) y demeritar o impugnar una derrota solamente porque el resultado es desfavorable.

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