Iztapalapa representa el viacrucis con el ‘corazón marchito’ por la pandemia

Ciudad de México.- Con el “corazón marchitoIztapalapa volvió este viernes a salir a sus calles para revivir la Pasión y muerte de Cristo, una de las celebraciones más antiguas que se realizan durante la Semana Santa.

Salimos con la fe fortalecida, pero también con el corazón, a lo mejor, marchito. No es como otros años, que es alegría, es un poco doloroso, pero no deja de perderse la fe”, dice Martín López Peralta, un habitante de Iztapalapa que este año participa como guardia romano en la escenificación.

Desde temprano, miles de personas se han volcado a las calles de esta alcaldía, en la que por dos años —debido a la pandemia— esta representación se había realizado a puerta cerrada.

De acuerdo con representantes del Comité Organizador, este año se esperaba que al menos 1.5 millones de personas fueran testigos de la celebración religiosa.

TRADICIÓN POR GENERACIONES

Desde hace 179 años, durante el Viernes Santo, quien personifica a Jesucristo debe cargar una cruz de 70 kilos a lo largo de tres kilómetros, desde la plaza central hasta la cima del Cerro de la Estrella.

A él se suman cientos de nazarenos, hombres y mujeres ataviados con túnicas moradas, quienes descalzos acompañan en su recorrido a Jesús, este año representado por el joven Axel González Bárcenas.

Uno de esos nazarenos es Christopher de 10 años, oriundo de esta alcaldía, quien junto a su familia este año volvió a la calle para realizar sus mandas.

Confiesa que carga una cruz de unos 10 kilogramos por su fe, pero también “por mi papá que murió, hace como un mes o dos” y quien solía también hacer este recorrido como una forma de manda.

Christopher es parte de una familia que desde hace 17 años representa a estos personajes.

Inició hace 17 años por manda, (porque) mataron a uno de mis hermanos. Inició como manda y de ahí nos fuimos haciendo un grupo más grande, el día de hoy vinimos por dos difuntos: el papá de él y mi hermano que falleció hace unos dos meses”, comenta también César Aedo.

Sin embargo, los asistentes reconocen que este año no pudieron prepararse físicamente como otros por la pandemia.

Este año no nos pudimos preparar, nada más mentalmente, venir con mucha fe”, apunta Marco Antonio Rodríguez.

En esta escenificación número 179 el cuerpo de actuación estuvo integrado por unos 1 mil actores locales (275 principales y 4 mil 500 extras).

ÁNIMO Y ESPERANZA

Para López Peralta, ver las calles de Iztapalapa llenas de personas a pesar del dolor y las pérdidas que ha dejado entre la población el coronavirus, “nos motiva y es un aliento”.

(Después de) dos años de estar encerrados, de que no veían lo que es nuestra vida, lo que es la Semana Santa en Iztapalapa, es una experiencia diferente, diferente en cuestión de que se abre, que podemos caminar. Antes era limitado, ahora ya estamos un poco más aperturados”, dice emocionado.

A su voz se une las de pobladores y foráneos que acuden a presenciar, como miles de católicos, este acto de fe.

(Acudo) con mucha devoción más que nada, mucha emoción”, dice Alejandra Altamirano, una residente que además viene a apoyar a su esposo que representa a uno de los guardias.

Verónica, quien acude este día a presenciar el ritual desde Michoacán, dijo que "es la primera vez que vengo al viacrucis”, y confiesa estar emocionada por esta experiencia.

López Peralta, oriundo de la alcaldía, recordó que la escenificación de la Semana Santa en este lugar surgió a raíz de una epidemia de cólera, que azotó a la población en 1843, habitada entonces por unas 20 mil personas, en su mayoría indígenas.

Según datos históricos, los pobladores de Iztapalapa, que entonces no era barrio sino un pueblo vecino de la capital, decidieron realizar esta escenificación religiosa como acto de fe para que Dios pusiera fin a esa epidemia.

Casi dos siglos después, la pandemia por SARS-CoV-2 ha marcado también a los miembros de esta comunidad que, según López Peralta, “hemos tenido pérdidas”.

Volvemos a los orígenes. La pandemia de la cólera mórbida nos ayudó a la fe. Hoy la fe nuevamente es la que nos mueve y nos hace pedirle al 'señor de la cuevita' que nos sane, no solo al pueblo y a los ocho barrios (que conforman Iztapalapa), sino que sane a todo el mundo”, concluye.