Desde el alma de la costa: Ana Victoria Gomezleyva Melchor y su forma de habitar el paisaje

En la efervescente escena arquitectónica de Puerto Escondido, donde los ritmos naturales y las dinámicas humanas se entrelazan en un entorno de transformación constante, surge una voz que invita a pausar, observar y construir con conciencia. Esa voz es la de Ana Victoria Gomezleyva Melchor, arquitecta oaxaqueña cuya obra se aleja del espectáculo y abraza el sentido profundo del lugar.
Desde su estudio GleM Arquitectura, Ana Victoria ha impulsado una visión que desafía las fórmulas impuestas por modelos foráneos, apostando por una arquitectura con raíz. Su enfoque no parte de modas o tendencias, sino de principios: respeto por el entorno, escucha al contexto y compromiso con quienes habitan los espacios. En sus palabras, diseñar en la costa oaxaqueña “no es imponer una visión, sino abrir un diálogo con el entorno”.
Este diálogo no es retórico. Se materializa en obras que respiran junto al paisaje, que atienden al clima, a los materiales disponibles, a las costumbres locales. Villa Kelmar, una de sus residencias más representativas, resume esta filosofía. Nada en su diseño es gratuito: la orientación responde al sol y al viento; los materiales hablan el lenguaje de la tierra; los espacios invitan tanto al recogimiento como a la apertura. No es un monumento, es una respuesta sensible.
En un contexto donde el crecimiento urbano muchas veces avanza sin freno ni reflexión, el trabajo de Gomezleyva Melchor propone una pausa crítica. Frente a la estandarización de los nuevos desarrollos inmobiliarios —que en ocasiones ignoran el carácter único de lugares como Puerto Escondido—, ella plantea una arquitectura que acompaña, que escucha, que pertenece. No se trata de imponer formas, sino de revelar las que ya están latentes en el territorio.
Lo notable de su práctica no se limita a lo estético. Ana Victoria ha construido una red sólida con artesanos, albañiles, proveedores y especialistas locales, reconociendo el valor del conocimiento que se transmite de generación en generación. Esta colaboración no solo fortalece una cadena productiva más equitativa, sino que refuerza una mirada sistémica de la sustentabilidad: construir con conciencia también implica generar economías circulares y procesos participativos.
En un mundo donde la arquitectura muchas veces se mide por su espectacularidad o su rentabilidad, la propuesta de GleM Arquitectura se ancla en otra lógica: la de la coherencia entre forma y fondo, entre lo que se dice y lo que se hace. Esa escala humana le permite a Ana Victoria involucrarse de lleno en cada proyecto, evitando replicar fórmulas y creando soluciones auténticas para cada cliente, cada contexto, cada historia.
Este enfoque cobra aún más relevancia en un momento donde la identidad de lugares como Puerto Escondido enfrenta tensiones. El auge turístico, la presión inmobiliaria y la llegada de inversiones externas están transformando aceleradamente el paisaje urbano y social. En medio de esta vorágine, la arquitectura puede ser resistencia o complicidad, y la obra de Gomezleyva Melchor apuesta por lo primero: por una resistencia inteligente, sensible, propositiva.
Ella no busca protagonismo ni titulares rimbombantes. Más bien, su nombre empieza a resonar como el de una profesional que entiende la arquitectura no solo como disciplina técnica o creativa, sino como herramienta para vivir mejor, para habitar de forma más digna, más conectada, más consciente. Su labor trasciende los muros y se inscribe en una conversación más amplia sobre sostenibilidad, identidad territorial y responsabilidad social.
En un panorama que muchas veces premia lo rápido, lo rentable y lo replicable, Ana Victoria propone una arquitectura que respeta los tiempos del lugar y de las personas. Que responde al calor, a la humedad, a la historia y al presente. Que busca generar sombra, intimidad, comunidad. Que se construye con la mirada puesta no solo en el presente, sino también en el futuro.
Sus clientes no llegan atraídos por un “estilo” definido, sino por una filosofía de vida. Por la posibilidad de construir no solo una casa, sino un hogar con sentido. En GleM Arquitectura, cada proyecto es un proceso de introspección conjunta, donde lo técnico y lo humano se entretejen.
La historia de Ana Victoria Gomezleyva Melchor no es solo la de una arquitecta con talento. Es la de una mujer que ha elegido construir desde el respeto, desde el cuidado, desde la pertenencia. En tiempos donde la arquitectura corre el riesgo de convertirse en espectáculo o mercancía, su trabajo nos recuerda que también puede ser gesto, conversación y acto de amor.

