Hipertensión arterial y apnea del sueño: ¿cómo se relacionan?

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Despertar varias veces en la noche, sentirse cansado al levantarse o notar cambios en la presión arterial pueden parecer situaciones sin conexión. Sin embargo, el cuerpo muchas veces envía señales de que algo está afectando su bienestar.

Un sueño reparador es clave para mantener la salud en equilibrio. Cuando la respiración se ve interrumpida durante la noche, un aparato para apnea del sueño puede ayudar a mejorar la oxigenación y favorecer una verdadera recuperación.

La apnea del sueño y su impacto en la presión arterial

Según el estudio “Fisiopatología de la hipertensión asociada al síndrome de apnea obstructiva del sueño”, publicado en la Revista Médica de Chile, las personas con apnea obstructiva del sueño (AOS) sufren interrupciones repetitivas en la respiración mientras duermen debido al colapso de las vías respiratorias superiores. 

Esto reduce los niveles de oxígeno en la sangre y aumenta el dióxido de carbono, lo que activa el sistema nervioso simpático y genera una respuesta de alerta en el organismo. 

Como consecuencia, se liberan adrenalina y otras hormonas que elevan la presión arterial de forma temporal. Con el tiempo, estos aumentos nocturnos de presión pueden volverse permanentes, contribuyendo al desarrollo de hipertensión crónica.

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Mecanismos que vinculan la apnea del sueño con la hipertensión

La activación constante del sistema nervioso simpático debido a la apnea del sueño genera un aumento sostenido en la presión arterial.

Esta hiperactividad simpática se traduce en una mayor resistencia vascular periférica, lo que significa que los vasos sanguíneos se mantienen más contraídos de lo normal. Por lo tanto, el corazón necesita bombear con más fuerza para enviar sangre a los órganos, lo que eventualmente puede llevar a una hipertensión resistente al tratamiento.

Otro factor es la disfunción endotelial que ocurre debido a la hipoxia intermitente. El endotelio, la capa interna de los vasos sanguíneos, juega un papel esencial en la regulación de la presión arterial. 

Cuando se ve afectado por la falta de oxígeno, pierde su capacidad de producir óxido nítrico, un compuesto esencial para la dilatación de los vasos sanguíneos. Esta alteración favorece el desarrollo de hipertensión arterial y puede agravar problemas cardiovasculares preexistentes. 

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Factores de riesgo compartidos entre la apnea del sueño y la hipertensión

La obesidad es uno de los principales factores de riesgo que comparten la apnea del sueño y la hipertensión. El exceso de peso contribuye a la acumulación de grasa en la zona del cuello, lo que puede obstruir las vías respiratorias y aumentar la resistencia al flujo de aire durante el sueño. 

Además, el tejido adiposo libera sustancias inflamatorias que afectan la función de los vasos sanguíneos y favorecen la hipertensión. La combinación de ambos trastornos genera un círculo vicioso que puede agravar las complicaciones cardiovasculares.

Otros factores que influyen en ambas condiciones incluyen el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y un estilo de vida sedentario. Fumar causa inflamación y daño en las arterias, aumentando el riesgo de hipertensión y apnea del sueño. 

El alcohol, por su parte, relaja en exceso los músculos de la garganta, favoreciendo el colapso de las vías respiratorias durante la noche.

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La importancia de un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno

Muchas personas con apnea del sueño no son conscientes de su condición y solo buscan ayuda médica cuando presentan síntomas avanzados, como hipertensión difícil de controlar o fatiga extrema. Sin embargo, identificar el problema a tiempo es indispensable para prevenir complicaciones graves.

El diagnóstico preciso se realiza a través de una polisomnografía, un estudio del sueño que permite evaluar la severidad de la apnea y determinar el tratamiento más adecuado. Iniciar un tratamiento temprano mejora la calidad del descanso, reduce la presión arterial durante la noche, y disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.

En los casos leves, algunos pacientes pueden beneficiarse de cambios en el estilo de vida, como una alimentación equilibrada y ejercicio regular. Sin embargo, cuando la apnea es más grave, es necesario recurrir a tratamientos médicos específicos para controlar la afección de manera efectiva.

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El CPAP como tratamiento para la apnea del sueño y la hipertensión

El tratamiento estándar para casos de moderados a graves para la apnea del sueño es la terapia con un dispositivo de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP, por sus siglas en inglés). 

El CPAP para adulto, cuyo precio representa una inversión en la salud, ya que evita el colapso de las vías respiratorias durante el sueño, permitiendo una respiración continua y estable. 

Su uso regular ha demostrado reducir la presión arterial en pacientes con apnea del sueño, especialmente en aquellos con hipertensión resistente. Al mejorar la oxigenación y reducir la activación del sistema nervioso simpático, el CPAP ayuda a disminuir la carga cardiovascular y a mejorar la función endotelial.

De acuerdo a European Respiratory Journal, esta mejora se observa incluso en pacientes que no responden bien a los tratamientos antihipertensivos convencionales. Por ello, el CPAP se considera una estrategia clave en la reducción del riesgo cardiovascular.

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La apnea del sueño y la hipertensión arterial están estrechamente relacionadas, y su impacto en la salud va mucho más allá de los problemas de descanso o la fatiga diurna. La hipoxia intermitente, la activación constante del sistema nervioso simpático y la inflamación sistémica son factores que contribuyen al desarrollo de una presión arterial elevada y resistente al tratamiento. 

Si la apnea del sueño no se detecta ni se trata a tiempo, el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares graves aumenta de manera importante.

Identificar los síntomas a tiempo y buscar un diagnóstico preciso es clave para evitar complicaciones. La polisomnografía permite detectar la apnea del sueño y determinar el tratamiento más adecuado para cada paciente. 

En muchos casos, el uso del CPAP ha demostrado ser la solución más eficaz para mejorar la oxigenación, estabilizar la respiración y reducir la presión arterial. 

Además, adoptar hábitos saludables, como controlar el peso, evitar el alcohol y el tabaco, y mantener una rutina de ejercicio, puede contribuir a mejorar tanto la calidad del sueño como la salud cardiovascular en general. Atender estos factores mejora el bienestar diario y protege el corazón a largo plazo.

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