Jorge del Villar Fausto: cuando escuchar también es emprender

Hay líderes que se forman con el tiempo, a través de libros, títulos y diplomas. Y hay otros, como Jorge del Villar Fausto, que se construyen escuchando, observando y respondiendo con inteligencia a lo que el entorno les va enseñando. Su historia no nació de un impulso ambicioso, sino de una necesidad genuina de entender cómo se comunican las personas, las marcas y los proyectos.
Originario de Querétaro, Jorge es hoy un empresario consolidado, pero lo que lo distingue no son los reflectores ni los premios, sino su forma de avanzar: con calma, con conciencia, con una atención constante a los cambios del mercado. Su formación en la Universidad UCO Mondragón en el área de Mercadotecnia le dio herramientas técnicas, pero su principal maestro ha sido el camino.
Fue durante sus años como estudiante cuando detectó una carencia entre los pequeños negocios: muchos ofrecían buenos productos o servicios, pero no sabían cómo contarlos al mundo. Así empezó diseñando sitios web para ellos, sin pretensiones, con la firme intención de ayudarlos a comunicar mejor.
Pronto esos mismos clientes comenzaron a pedir algo más: visibilidad. Querían que la gente visitara sus páginas, que conociera sus marcas, que les prestara atención. Ahí nació el vínculo de Jorge con los medios tradicionales. Sin dejar de lado lo digital, empezó a colaborar con espacios en radio, medios impresos y portales especializados, entendiendo que comunicar no es solo crear contenido, sino colocarlo en el lugar y momento adecuados.
Ese camino orgánico desembocó en uno de sus proyectos más sólidos: Anunciart, una agencia de publicidad exterior que trabaja con espectaculares, pantallas urbanas y espacios en restaurantes, centros comerciales o estaciones de transporte. Pero en lugar de limitarse a vender espacios, Jorge pensó en cómo hacer que cada punto de contacto tuviera sentido. Su visión siempre ha sido más estratégica que operativa.
Sin embargo, no todo en su historia ha sido éxito. También ha apostado por proyectos que no lograron despegar, como Gradua2, una revista enfocada en proveedores de graduaciones, o Consejero Político, diseñada para campañas electorales. Lejos de ver estos intentos como fracasos, Jorge los considera piezas fundamentales de su formación. “Cada cosa que no funcionó me enseñó algo que hoy sí funciona”, dice sin resentimiento.
Entre sus aciertos más consistentes está City Life Querétaro, una revista urbana que ha sabido mantenerse vigente; Alternativo, un portal informativo que apuesta por una mirada plural y ágil; y Wennect, una firma que conjuga relaciones públicas con producción audiovisual, y que ha participado en campañas institucionales, videoclips, documentales y más.
Pero más allá de las empresas, lo que define a Jorge del Villar Fausto es su forma de pensar las relaciones. Para él, cada encuentro importa. Una reunión que no se traduce en una venta puede ser igualmente valiosa si siembra confianza, si deja una buena impresión, si abre una puerta futura. Esa manera de hacer negocios —más humana que transaccional— lo ha posicionado como un referente discreto, pero muy respetado.
Su estilo de liderazgo también es distinto. No busca imponer, sino guiar. Sus equipos están formados por jóvenes talentos y profesionales con experiencia, y su lógica de trabajo prioriza la escucha, la colaboración y el margen para que las ideas se desarrollen. Sus decisiones son pensadas, su discurso es mesurado, y su presencia, aunque silenciosa, tiene peso.
Para quienes inician su camino empresarial, Jorge tiene un mensaje claro: tener visión, pero también flexibilidad. Él mismo ha modificado planes, ha corregido el rumbo, ha soltado ideas que no funcionaban y ha abrazado nuevas que ni siquiera había contemplado. “Hay que estar dispuesto a desaprender”, asegura. “Porque lo que te trajo hasta aquí no siempre te llevará más lejos”.
Ese tipo de pensamiento lo convierte en mucho más que un empresario. Jorge es también un pensador práctico, alguien que ha hecho de la comunicación su terreno, pero que no ha perdido de vista que al centro de todo están las personas. Su legado no son solo las campañas o las marcas que ha impulsado, sino el respeto con el que ha construido cada relación.
Hoy, mientras el mundo empresarial gira más rápido que nunca, él camina con paso firme. No persigue tendencias, las estudia. No busca atención, genera confianza. Y no necesita hablar fuerte para hacerse escuchar.
En tiempos de ruido, su historia recuerda algo esencial: que escuchar también es una forma de liderazgo.

