La historia de Charles Fey, el inventor de la máquina tragamonedas

Las slots o tragaperras son uno de los mecanismos más populares de apuestas en todo el mundo. Cientos de aparatos son colocados en largas filas dentro de los casinos de todo el mundo y millones de personas disfrutan ingresando dinero, a la expectativa del codiciado jackpot. Pero, como la mayoría de los objetos, en algún momento fueron inventados por alguien. Esa persona fue Charles Fey.

Viajero frecuente

Charles nació en Baviera, Alemania, el 2 de febrero de 1862. Aunque su lugar de origen fue un pequeño pueblo llamado Vohringen, el hombre sería reconocido por todo el planeta. Desde muy joven ya tenía habilidad y afición por la mecánica. Sus primeros pasos fueron ayudando a Edmund, hermano mayor, en una fábrica de herramientas. Con tan solo 15 años se mudó a Francia, donde consiguió empleo en una fábrica de equipos de intercomunicación. 

Tres años después se trasladó a Londres para dedicarse a la fabricación de equipación náutica. Pero su país definitivo fue Estados Unidos, al que llegó mediante su tío, primero al estado de Nueva Jersey, y luego a San Francisco. Eran las últimas décadas del siglo XIX, un período próspero para la búsqueda de nueva industria y tecnología en Norteamérica. Por lo que Charles decidió asociarse a Theodore Holtz, un compañero de trabajo, y montar su propia empresa de equipos telegráficos y eléctricos.

La gallina de las monedas de oro

Tras ese camino viajero, Fey estaba asentado, con su propia compañía, esposa y cuatro hijos. Sin embargo, lo que llamaba la atención del mecánico eran las máquinas que se encontraban en muchos bares de San Francisco por aquellos años. Si bien se podrían tratar de las precursoras de su invento, estos dispositivos funcionaban como expendedoras de tabaco, bebidas y, en algunos casos, boletos canjeables.

Pero Charles quería ir un paso más allá. Fascinado por el funcionamiento de estos aparatos, trabajó durante algunos años hasta que creó, en 1894, un prototipo conocido como Card Bell, la cual contaba con tres rodillos y cuyo premio mayor se conseguía con la alineación de tres campanas. No conforme con la invención, un año más tarde la perfeccionó y ahí sí nació la famosa Liberty Bell, considerada la primera máquina tragamonedas de la historia.

Sus rodillos con cinco dibujos diferentes se popularizaron rápidamente por todo Estados Unidos. El sistema de juego cautivó a los norteamericanos y Charles consiguió éxito inmediato. Al poco tiempo, cada salón y bar del país tenía una tragamonedas, mientras que el creador pudo abrir su propia fábrica llamada Charles Fey and Company.

El aparato ofrecía cinco símbolos: un diamante, un corazón, una espada, una herradura y la famosa Campana de la Libertad, a la cual debe su nombre. Armar una fila de tres campanas significaba el premio mayor, aunque las posibilidades para lograrlo eran de una sobre mil. Si bien los dispositivos actuales cuentan con mayores ventajas, premios y, por supuesto, tecnología, la Liberty Bell se mantuvo en el podio de la popularidad durante largos años.

¿Genialidad o plagio?

Como muchos inventos de la humanidad, están quienes disputan su autoría. En este caso, Gustav Schultze, otro ex compañero de trabajo de Charles, lo demandó por haberle robado la idea. Gustav había conseguido patentar una creación parecida en 1893. Se trataba de la Horsehoe, máquina que había incorporado un novedoso mecanismo de pago automático, ya que hasta ese momento se requería una persona que actuara de pagadora. Aunque la justicia no le dio la razón, algunos historiadores prefieren darle el mérito a Schultze.