Gamer.- Tres años han transcurrido desde la aparición de Rust en PC, un título que en definitiva no es para toda clase de jugadores paseándose por aquellos que quedan enganchados, hasta los que consiguen odiarlo por completo, debiendo básicamente su popularidad a los streamers.
Con un concepto inspirado en producciones como Minecraft y DayZ, antes de adentrarse en el mundo de Rust prueba nuestro cps test mismo que permitirá tener una idea certera de la capacidad de clics por segundo que puede ofrecer tu mouse.
Solos y con la muerte acechando
Lo complejo de Rust es que se trata de un videojuego que no impone nada, siendo el jugador quien toma las decisiones sin un tutorial que lo guíe en el recorrido. El avatar, despierta en ropa interior, solo sin más que una gran piedra y una antorcha en el inventario.
Encontrar suministros es el primer paso, exponiéndose a los peligros que supone enfrentar a los dueños de aquellos que se encuentran en torno a casas construidas por otros jugadores.
Armas desde cero
La gigantesca piedra obtenida al principio no bastara para defenderse del resto de los habitantes, demandando la creación de armas improvisadas que protejan frente a las amenazas de un juego agresivo.
La ausencia de un sitio seguro complica la tarea, demandando la construcción de una casa pequeña en la que almacenar los objetos de valor y evitar los problemas derivados de quedarse sin espacio en el inventario.
Mundo superpoblado y sin reglas
Que sean los mismos jugadores los creadores del mundo de Rust reviste pros y contras, siendo el peor de ellos la imposibilidad de deconstruir muros en estructuras que llevan construidas mucho tiempo.
Desde mutantes hasta zombis deambulan por los diferentes escenarios, sin apartar la posibilidad de morir por una caída desde lo alto, fusilados o envenenados. En definitiva, un juego de supervivencia en el que la lucha por el poder y la prosperidad no admite tregua.
Descubrir un nuevo patrón, encontrar armas o eventos interesantes, mantendrán ocupados dentro de un mundo cargado de atractivos, en el que la atmosfera creada por buena música, es el complemento que garantiza la calidad de la experiencia.
