La virgen María en bikini de Lina Suso/ Anden de la narrativa

Por Lina Suso/Paulina Villasuso Villalobos

Érase una vez una niña santa, pura e ignorante que vivía en una casa grande y sin ventanas. Desde pequeña le enseñaron que su hogar era la sala cuando el padre salía a trabajar, la cocina cuando el padre llegaba de trabajar y su cuarto a la hora del descanso o por las noches.

Su vestido cubría su cuello y se perpetuaba por todo su cuerpo hasta llegar a la punta de sus pies. Sólo tenía permiso de quitarse su prenda cuando se bañaba y le fue asignada la tarea de cerrar los ojos en el proceso. "quien vea lo que bajo las ropas existe, padecerá en el infierno para la eternidad. Tu Dios te observa".

María, la virgen de la Colonia Guerrero, vivía impuesta a su hogar y recluida de un mundo que no existía para ella.

Fue durante la semana 43 de su año número 17 que su vida terminó dentro de las paredes y se revolucionó en algo que aún ahora sigue digiriendo.

Benito Juárez

Fue la Chela, la patrona del barrio, Pecado pa sus cuates, la que en esa semana le dictó cambio. Irrumpió a las 12 del día, tenía bien medidas las horas del padre de la virgen, y sin pena alguna quebró la puerta de la entrada, la puerta media, la puerta principal y la puerta verdadera del hogar para sustraer a María y a su madre. A la madre le preguntaron si quería acompañarlas, a la chamaca ni la palabra le dirigieron. Al final la madre de María se encerró en su cuarto y no permitió que se la llevaran, sin embargo, no pudo hacer nada por su hija.

Ya en la casa de Pecado, María intentó abrir sus ojos y tardó más o menos tres horas en saber que no era parte del infierno, aunque tenía sus reservas. La Chela le explicaba tantas cosas con palabras extrañas, que no le era posible hacer una imagen completa de lo que sucedía. Le tomó a la virgen por lo menos un mes en aprender estas formas de expresión tan ajenas a ella y se tardó otros dos meses en vocalizar su primer enunciado en su nuevo hogar. En todo ese tiempo conoció el pasto, el cielo, las nubes y el sol, se familiarizó con las calles, con las personas y cada vez que algo nuevo se le aparecía, rogaba cerrando los ojos "Dios mío, no me lleves al infierno" y curiosamente nunca se la llevaba, siempre se repetía que su Dios era más bueno que el de sus padres y curiosa y emocionada seguía conociendo.

Virgen

Durante todo este tiempo la Chela no paraba de repetirle "eres toda una leyenda, mana" "pensamos que había magia negra en tu cantón" se reía cada vez que decía esto y la virgen tardó mucho en entender a lo que se refería. Resulta que la familia Puritana García había tenido una hija que vio la luz cuando nació y luego que pasaron las puertas del hogar, no la volvió a conocer. Los primeros meses se intentaron meter los vecinos porque creyeron que algo turbio había "¿por qué no sacarán a la mocosa?" se preguntaban todos en el barrio. Ese curioseo tardó sólo un año, ya después la necesidad diaria no le permitió a la población de la colonia seguirle el paso a lo que posiblemente ocurría y se prefirió entonces hacer una leyenda de la virgen de la colonia Guerrero, la niña que nunca vería la luz. Para el día de muertos le prendían veladoras en un altar a medio hacer por si estaba muerta, que llegara y por si no lo estaba, pa que la muerte no la encontrara "por si las moscas" decía doña Choncha, la madre de Chela.

Ya que pasó el tiempo, siguió la tradición, pero nadie volvió a preguntar por la niña, sólo Chela le preguntaba a su madre por el altar y la madre le daba largas, fue hasta que Chela cumplió los 33 que la madre decidió confiarle la receta de las malas lenguas y la razón del altar tradicional de la Colonia Guerrero.

Por esta situación ahora estaba María con Chela, porque Chela llevaba ya 10 años en el activismo social y le gangrenó el espíritu pensar que, tal vez, había cerca de ella una mujer que estaba privada de todo un mundo.

Virgen

Pasaron casi tres años para que María se viera los pies por primera vez "Ándale, mana, no va a pasarte nada. Al diablo se le encuentra sólo si una quiere." Siete días duró abriendo y cerrando sus dedos ya que se los destapó. Lloraba de alegría "mira cómo me muevo, Pecado, mira". Las manos y los brazos también le causaron emoción, ella no podía creer la cantidad de dedos que tenía un humano "¿y para qué necesitaremos tantos?" le preguntaba a pecado "ora, mana, luego te enteras".

El mismo proceso lo vivió con sus pechos, su espalda, su panza, su cuello, casi todo su cuerpo lo recorrió durante semanas y fue cuando llegó a la cadera que la Chela le dijo que se esperara, le dio ropa pal calor y se la llevó a pasear.

María regresó a casa con unos artefactos vibratorios, un espejo, un líquido espeso y un succionador bastante extraño. "ahora sí, mana, ponte creativa. Te dejo las instrucciones pa que no te me apendejes y el espejo es pa que veas lo que andas haciendo. Aquí un manual de las piezas de tu vulva" "¿mi qué?" "tu vulva." "Ah, y por cierto, que no se te olvide buscarle pa qué sirve tanto dedo que tenemos".

Después de semanas y semanas sigue María experimentándose, cada tanto grita de alegría y cada tanto de placer. A veces también llora y se enoja. Ya sólo cierra los ojos durante el día si trae compañía o se hace compañía. Le gusta usar bikini y ahora la llaman Belcebú, Belcebú la autónoma para objeto de presentación.


Paulina Villasuso Villalobos. Nacida en 1999, en la ciudad de San Luis Potosí, México. Estudiante de la carrera de Escritura Creativa y Literatura en el Claustro de Sor Juana.
Quiere las lenguas extranjeras, ama el español, los senderos silenciosos y escucha trova de protesta para buscar inspiración.