Arma mortal o el pene de la impotencia

Por Carlos Meraz

En 1968, John Lennon publicó su tema Happiness Is A Warm Gun (La felicidad es un arma caliente) para el álbum doble de The Beatles, The White Album. Canción que a la postre vaticinó su destino final sellado con plomo, cuando cinco tiros por la espalda cegaron su vida, a manos de un cobarde detrás de una arma —lo que ahora se llama tirador—, y así también murió cualquier esperanza de una reunión de The Beatles, recordándole al mundo el demencial nivel al que puede llegar el fanatismo.

La humanidad no ha cambiado mucho desde aquel 8 de diciembre de 1980 y, en específico, mucho menos la sociedad estadounidense, donde en aras de la libertad constitucional desde finales del Siglo XVIII cualquiera puede tener acceso a un arma de fuego, ya sea un cuerdo o un loco pueden ser una legítima arma mortal. In God We Trust.

Amparados por la Segunda Enmienda a la Carta Magna de Estados Unidos que protege e incentiva “el derecho de cualquier ciudadano de ese país a poseer y portar armamento para defensa personal o actividades recreativas”, como matar o herir a diestra y siniestra a inocentes por sentimientos de odio o supremacía racial, como sucedió el pasado fin de semana con varios tiroteos en el viejo oeste estadounidense legislado así desde 1791. Sunday Bloody Sunday.

Casi 100 años después de ese absurdo derecho a ser sheriff y/o forajido a perpetuidad surgió la patética Asociación Nacional del Rifle o su acrónimo en inglés NRA (National Rifle Association), una organización estadounidense fundada en 1871 en Nueva York. Lo que la acredita como la organización de derechos civiles más antigua de Estados Unidos y con cinco millones de socios.

Por este club han desfilado tristemente célebres personajes, del calibre del vaquero hollywoodense John Wayne, la republicana Sarah Palin, el rockero Ted Nugent o el taquillero actor Charlton Heston, quien incluso fue presidente del NRA en varias ocasiones. I'm Afraid Of Americans.

Apologistas de la violencia del país donde nació la guerra contra el terrorismo, y en el qué hay más de un tiroteo al día que se traduce en 254 baños de plomo a la sociedad civil y 8 mil 700 fallecidos en lo que va del año, es decir, desde 1970 el promedio de deceso por arma de fuego es de una persona cada 16 minutos. I Shot The Sheriff.

Estados Unidos aporta el 4% de la población global, pero cuenta con el 46% de las armas mundiales. De hecho, hay más de un arma por persona según el último estudio de la organización sin ánimo de lucro Small Arms. (120,5 por cada 100 habitantes, aunque otras investigaciones rebajan la cifra a 90 armas por cada 100 personas). God Save America.

En el Siglo XXI, la gente se ha vuelto insensible ante la violencia, tras sus sesiones diarias sentada frente al televisor para sus dosis de violencia, por lo que ya le resulta difícil concebir la diferencia entre realidad y ficción, es decir, nos acostumbramos tanto a lo ficticio que ya nos insensibilizamos ante lo verdadero.

Los recientes tiroteos en Estados Unidos sólo dejan claro algo, que los miedosos y conservadores no se atreven a entender... Que una sociedad armada inevitablemente está condenada a ser una sociead insegura y que, a final de cuentas, la pistola del “hombre fuerte” siempre termina siendo el pene de la impotencia.

Lo que hay que leer.