Extractivismo en el turismo

Por Aranxa Albarrán Solleiro / Confesiones de Turista

Como se ha mencionado en distintas ocasiones por estudiosos del turismo y también de parte de quienes lo practican, la cultura es un elemento social que camina adyacente a la actividad turística de cualquier destino, de hecho, su relevancia es tal, que no podría existir ningún proyecto o programa de turismo, sin tener un porcentaje cultural de gran aportación a la motivación de la gente para desplazarse.

Para el consumidor es un acto magnánimo pisar un sitio desconocido y empaparse de lo que le rodea, escucha, toca, ve y come, el arte considerado una bifurcación de la cultura es mercantilizado para que el agente externo lo conozca y pueda apropiarse de él, de manera que sea capaz de reproducirlo en su lugar de origen, por eso, el robo de patentes y artesanías es una de las problemáticas que más padece México.

Quien recibe al turista y se dedica en gran parte a su atención y aportación de servicios, confluye con distintos tipos de visitantes, dependiendo del sitio al cual pertenezcan, si hablamos de un Pueblo Mágico, la gran mayoría de los habitantes, pertenecen a una comunidad rural o indígena, en donde tratan de conservar sus costumbres, entendido como su lengua, su cocina tradicional y medicina tradicional. Para el desarrollo de programas, en este caso el perteneciente a Pueblo Mágico, se incita a los residentes a contribuir con producción de artesanías, ya sea en aspectos de objetos o comida, para que sean vendidos y crear una fuente alternativa de ingreso económico, no obstante, el interés para los operadores turísticos, no es más que obtener una derrama económica a través de ello, obligando de alguna manera a que éstos cedan y se cosifiquen un buen porcentaje de aspectos culturales, incluso su vestimenta.

El extractivismo cultural es el hurto de un saber o arte heredado en el pasado para destruirlo (Millán, 2020), el turismo a beneficio de ello, ha sabido proporcionarle herramientas a los receptores de visitantes para otorgar productos y servicios turísticos, empero, la mayoría de ellos sufre una constante aculturación que impide la continuación pura de sus tradiciones.

En el municipio de El Oro por ejemplo, radican comunidades mazahuas, las cuales perciben una oportunidad de ingresos a través de la venta de sus productos artesanales en espacios que el gobierno ha otorgado. De tal manera, al tener una constante interacción con ideologías y raíces de poblaciones que en principio hablan una lengua diversa a la suya, las nuevas generaciones pierden poco a poco el uso de las palabras en su lengua materna.

De manera casi obligatoria, usan su vestimenta tradicional, para llamar la atención de los turistas y asimismo, proporcionarles un sentido de pertenencia al destino. El visitante se acerca fervoroso para tomar fotografías y capturar un instante de convivencia con comunidades originarias, sin saber que eso conlleva a la mercantilización de la imagen de éstas. Diversas agencias de viajes, consideran a este tipo de iconografías ideales para la promoción de lugares, creando imaginarios anteriores a la visita de quienes compran un paquete turístico.

En ocasiones, los residentes reciben una especie de retribución financiera por contribuir –sin quererlo- a dichas promociones, dando paso así, a la metabolización de sus usos y costumbres. Como Zibechi lo ha mencionado en sus textos: “la cultura extractivista es el resultado de la mutación generada por el neoliberalismo, a caballo del capital financiero. El trabajo no tiene el menor valor positivo, lugar que ocupan ahora el pillaje y sus contracaras, el consumismo y la ostentación. Donde antes había orgullo por hacer, la cultura gira ahora en torno al pavoneo de marcas y modas. Mientras los obreros de antaño condenaban el robo, por razones estrictamente éticas, hoy se festeja la apropiación, aun cuando la víctima sea vecina, amiga y hasta familia.”

La configuración no solo de espacios, sino de culturas a través de programas turísticos con títulos de ser “en pro de la preservación del patrimonio inmaterial”, ha potenciado ese despojo de herencias que han sabido pelear durante décadas por su conservación y que por necesidad, por empoderamiento de un sistema capitalista y neoliberal, hoy se está evaporando.

Confesiones de turista en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com