Carta negra para los migrantes

Foto: Cuartoscuro

Por Gerson Gómez

Hacemos el trabajo desleal. Seguimos las ordenanzas de nuestros vecinos del norte. Desde la frontera sur, los centroamericanos sufren toda especie de maltratos. Tapachula es una gran sangría. Balseros empobrecidos contra el INM, la Mara Salvatrucha, los Zetas, el CJNG, y cualquier hampón con ínfulas de asesino.

De cada 10 damas, ocho de ellas son lastimadas en su trayecto por México. La Bestia, nuestro tren carguero, se alimenta con huesos mutilados, cabezas cercenadas, y miembros sin par.

En el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no se ha barrido de arriba abajo. Los usos y costumbres de las anteriores administraciones persisten. Secuestros, desapariciones y la magra suerte de los migrantes. Boom. Todos los días explota una historia de horror y tragedia.

Desde la frontera norte, cientos de autobuses particulares presumen la eficiencia terminal de repatriación. A costa del erario público, los choferes de rutas, conocen el infierno de sus tripulantes.

Se les caza, se las encierra y se les expulsa. El personal del Instituto Nacional de Migración le pone precio a cada desplazado. México ha dejado de ser un país hermano y generoso. De aduanas abiertas. Permisivo y solidario.

Somos el precinto de la siguiente tormenta. La humanitaria de los inmigrantes.