El patriotismo inquietante

Foto: Cuartoscuro

Por Gerson Gómez

Muchos dirán misa después de todo. Lo hicieron a las nueve o después al finalizar la marcha, movidos a conciencia en catedral.

Sentirán paz interior, con el favor de Dios. Al defender su voto. Razonamiento irracional y muy distante a los hechos concretos.

Nunca ha estado en disputa el sufragio, su manera de contabilidad o en ponderación, como se hace en la democracia alterada de los Estados Unidos de América. En el colegio electoral California, Texas o Florida, por el producto interno bruto e ingresos per cápita, le dan valor extra a estados agrícolas del centro del país.

La marcha del 26 de febrero pasará a la historia como otra más. Eso sí, muy bien aseada, vestida y vinculada con los partidos del PRIANRDMC, los de la oposición.

El éxtasis de la numerología el decir, al fraguar, al entender, la posibilidad constitucional de salir a la calle y expresar su descontento. Muchos de ellos lo hacen por primera vez. La experiencia les ha resultado gratificante. Olvidan como está consagrada en la constitución mexicana. Incluso el libre tránsito. Tema tabú en sus colonias, comunidades y hasta en quienes les dan el servicio doméstico. Ojos de cámaras sintonizados al C5. Identificación humana automática en sentido remoto para los días de descanso.

Ni el plan A o el B o el C serán trascendentes en la vida política de la nación. Volverá a resultar ganador Morena en las presidenciales del 2024. Muchos de ellos exclamarán su exilio forzado a San Antonio, Florida, Houston o a hasta donde les alcance.

La mayoría, todos nosotros, seguiremos reportándonos a trabajar el lunes por la mañana, después de la jornada electoral.