Sí, las empresas también se enferman
Por David Somoza Mosquera
Es un hecho. Las empresas también se pueden ‘enfermar’, en el sentido de que pueden experimentar problemas que afectan su funcionamiento, sostenibilidad y crecimiento. La afección puede manifestarse a través de síntomas como baja productividad, desmotivación del personal, alta rotación de empleados y un clima laboral insalubre y hasta tóxico.
De modo que el concepto de "empresa enferma" se utiliza para describir a una organización que no funciona de manera óptima, donde los procesos internos no son eficientes y donde las gestiones de recursos humanos y financieros son deficientes.
Ahora bien, para saber si una compañía está o no sana es necesario analizar desde el desempeño de sus trabajadores, hasta la línea de producción y las ventas. Sin perder de vista la parte económica, que es uno de los pilares para determinar no solo la enfermedad, sino cómo poderla curar.
Exceso de conflictos y falta de comunicación son otros de los signos inequívocos de que una empresa está enferma. Si a estos se unen las bajas ventas, desinterés por ir a la raíz del problema y la búsqueda de una solución efectiva, entonces la compañía puede convertirse en un paciente crítico. Y la suerte de los pacientes críticos depende de las habilidades y conocimientos de los médicos que los atienden.
Es ahí donde los líderes deben tomar las riendas, tratar de sacarla de una terapia intensiva lo más pronto posible y superar ese complicado estado. En la búsqueda de soluciones, se ha comparado las situaciones de las empresas con enfermedades reales.
Por ejemplo, la obesidad la comparan con el exceso de bonanza en un tiempo, la cual permitió que la compañía no solo ganara en el mercado, sino que también “engordara” por calorías vacías; las cuales ciertamente comienzan a pesar luego.
Llega entonces el momento de deshacerse de esos kilos de más que ponen en peligro el buen funcionamiento. Ese sobrepeso puede interpretarse como los gastos innecesarios que, en época de bonanza, se incurren sin que se evalúen las posibles consecuencias que pueden dejar.
La depresión es otra de las enfermedades que constantemente se toman como referencia para saber el estado de salud empresarial. Trabajadores desmotivados, tristes, conflictivos son el vivo ejemplo de lo que puede ser esta enfermedad trasladada al mundo de los negocios.
Al igual que ocurre en la vida cotidiana, unos empleados que no están a gusto en su lugar trabajo, quienes no sienten la necesidad de levantarse a diario para entregarse a sus labores, tarde o temprano terminarán dejándola o sucumbiendo a la enfermedad.
Así que hay que prestarles mucha atención a los síntomas para evitar que la empresa se enferme, pero si ya está enferma hay que procurar curarla de la manera expedita y eficiente. De eso también depende el éxito de un negocio.