Entrometido en ecos de la onda Covid-19

Por Mike Volta

Ahora si que esta pandemia llegó a movernos o mejor dicho a detenernos a tod@s... de forma indudable esto será un parteaguas para referencia futura en el curso de la historia de la raza humana; esa que solo pudo inconscientemente mejorar de una curiosa forma indirecta la salud del planeta, su casa; por su puro instinto de supervivencia y preservación; esta emergencia contingencia pandemia del #coronavirus.

La naturaleza humana; la terrible naturaleza humana... con la preciada vida en jaque y los demás valores rondando en la periferia de la sinrazón; como polvo en el aire; flotando en las interrogantes; nuestra fe puesta a prueba y el ferviente deseo de la certeza del fin.

Nunca como antes, se vive en experiencia propia la parte que nos toca de esta llamada virulenta guerra; las arenas del tiempo en su paso implacable nos arrastran... los planes y muy importantes compromisos se aplazan, los deseos de la posible “normalidad de vida” que por no llamarla rutina muchos teníamos y que nos es arrebatada por nuestra propia conciencia de proteger la vida, la tuya, la mía, de los nuestros, los semejantes, de todos a quienes amamos, e incluso a los que sin conocerlos deseamos hacer un frente inteligente a esta incertidumbre de la pandemia y las pérdidas, bajas irremediables que ya está generando, es una realidad que pareciera pasar fuera de control a la fase 3.

Las noticias corren con la ya acostumbrada rapidez de la red, pero con la patética retórica de la negación... aún estamos en esa etapa donde quizá aún no son lágrimas directas, pero sí el estado de alerta, sí la desbordada solidaridad, y sí la indignación ante quienes por su propia voluntad, costumbre o necesidad aún salen de su casa, con estúpida valentía o  con múltiples pretextos, incomprensibles para arriesgar la vida de todos.

Será difícil o casi imposible evitar que el hombre sea el lobo del hombre con este maldito coronavirus, en mal momento para México, de por si con la necedad proveniente de la locura con que se conduce la “Cuarta Transformación”, ya se veía venir la de malas... hoy no sabemos cuánto tiempo falta y cuantos caerán y rogamos a Dios por no saber quienes. 

Es innegable que el grueso del ser humano y menos el gran pueblo mexicano no está preparado para estas batallas. ¿Veremos nuestra trinchera siempre? ¿Podremos saber y mandar el mensaje de que si? Mientras tanto no salgan de casa, aunque mañana o pasado muy probablemente empiece el ayuno, porque ahora si está libre el Kraken.

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